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El 2025 se despide como un año intenso, cargado de cambios y procesos de cierre. Así lo describió la astróloga Flor Morales, quien explicó que este período estuvo atravesado por múltiples eclipses y por movimientos clave de planetas lentos, que marcaron el final de ciclos profundos en la historia reciente de la humanidad. “Fue un año de cierres”, resumió, y señaló que estos movimientos no son aislados, sino parte de una evolución colectiva que la astrología traduce a través de símbolos y arquetipos.
Durante este año, planetas como Plutón, Saturno, Neptuno y Urano realizaron transiciones que funcionaron como adelantos de lo que está por venir. Plutón ingresó en Acuario, Saturno y Neptuno se desplazaron hacia Aries y luego regresaron a Piscis para cerrar procesos pendientes, mientras que Urano dio un anticipo de su ingreso a Géminis antes de volver momentáneamente a Tauro. “Fue como un zigzagueo energético, un spoiler del futuro, para que tomemos conciencia de lo que tenemos que decidir”, explicó Morales.
Desde esta mirada, el 2025 fue un año de preparación. “Es como llegar a un portón: te muestran el terreno, pero recién el año que viene se abre la puerta y hay que salir a jugar”, graficó. Ese tránsito previo impactó de manera diferente en cada persona, dependiendo de su carta natal, aunque también puede leerse de forma general a través del signo solar, lunar o ascendente.
Uno de los fenómenos más comentados del año fue Mercurio retrógrado, al que Morales definió como una energía de revisión más que de retroceso. “Mercurio trabaja la comunicación, los viajes, el tránsito y los mensajes. Cuando retrograda, no vuelve para atrás literalmente, sino que nos invita a revisar las decisiones tomadas, especialmente en lo comunicacional”, explicó. Por eso, durante esos períodos se recomienda evitar decisiones definitivas, como firmar contratos, y aprovechar el tiempo para revisar proyectos, estudios o procesos inconclusos.
El análisis de Morales también se apoyó en otros sistemas simbólicos, como la numerología y el calendario maya. Desde la numerología, el 2025 se corresponde con un año 9, asociado al cierre y la cosecha. “Es momento de mirar hacia atrás y ver qué sembramos en los últimos años, incluso en la última década”, señaló. En paralelo, el calendario maya cierra un ciclo de 13 años iniciado en 2012, dando paso a lo que se conoce como el “no tiempo”.
“El no tiempo tiene que ver con salir de la obsesión por el pasado o el futuro y centrarse en el aquí y ahora”, explicó Morales. Según indicó, este concepto se volvió especialmente visible en los últimos años, atravesados por crisis globales, avances tecnológicos acelerados y experiencias como la pandemia. “Todo nos vino a recordar que mañana no sabemos, que lo único real es el presente”, sostuvo.
En ese sentido, la astróloga vinculó la pandemia con una conjunción planetaria en Capricornio que simbolizó la ruptura de estructuras y la necesidad de mirar hacia adentro. “Saturno limita, obliga a frenar. Tuvimos que quedarnos en casa, vernos por dentro, y desde ahí empezar un proceso de transformación”, explicó. Sin embargo, advirtió que ese proceso dejó secuelas emocionales profundas. “Hoy estamos atravesando una pandemia mental y emocional, que no se decretó, pero está presente, y el sistema de salud no está dando respuestas suficientes”, afirmó.
Con ese contexto de fondo, el 2026 aparece como un año de fuerte impulso. “Es un año de inicio, de transformación y de comienzo”, aseguró Morales. La clave, según explicó, será la decisión. “Hay que soltar lo viejo para dar lugar a lo nuevo. Es un salto de fe: no sabés a dónde caés, pero tenés que saltar. Y si no lo hacés por voluntad propia, la vida te empuja”.
A partir de febrero, el ingreso definitivo de Saturno y Neptuno en Aries marcará una etapa de acción, coraje y liderazgo. “Va a ser un año muy ariano, con mucha energía para actuar”, anticipó. Aries será uno de los signos más movilizados, con un caudal energético elevado que exigirá aprender a manejar impulsos y temperamento.
Otros signos también sentirán con fuerza estos cambios. Tauro, por ejemplo, experimentará alivio con la salida definitiva de Urano de su signo, tras años de transformaciones forzadas. Géminis, en cambio, vivirá una etapa intensa y eléctrica, con gran estimulación mental y creativa, pero con el desafío de controlar la ansiedad. Los signos fijos —Tauro, Leo, Escorpio y Acuario— deberán trabajar especialmente la resistencia al cambio, ya que les cuesta modificar estructuras establecidas.
Morales explicó además que el año astrológico no comienza en enero, sino en marzo, con el ingreso del Sol en Aries. Hasta ese momento, los meses previos funcionan como “meses maestros”, ideales para replantear creencias, revisar decisiones y fortalecer la confianza interna. “Son meses para entender la filosofía de vida y prepararse para actuar”, señaló.
Desde una mirada colectiva, la astróloga remarcó que el 2026 no solo interpela a nivel individual, sino también social. “Estamos sembrando la semilla de la humanidad que queremos construir. Por eso fue tan duro el proceso previo: primero se limpia, después se renace”, afirmó.
En síntesis, el 2026 se perfila como un año de lanzamientos, expansión y nuevos ciclos que se abrirán en diferentes planos y con distintas duraciones. “Es inicio, es decisión y es acción. La energía está disponible, pero el paso lo tiene que dar cada uno”, concluyó Flor Morales.