En un emotivo gesto que unió fe, memoria y comunidad, los vecinos del barrio Pinares, en Cerrillos, recibieron días atrás una imagen restaurada de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, una advocación mariana muy querida en Salta, conocida también como la Virgen Gaucha.
La historia detrás de esta entrega tiene mucho corazón: el cuadro pertenecía a Lucrecia Carolina Vega, quien falleció en diciembre pasado. Fue su deseo que esta obra religiosa quedara en manos de la comunidad. El cerrillano Rodolfo Usy se encargó de restaurarla, y fue entregada por Clelia Guzmán y un grupo de colaboradoras de la parroquia San José de Cerrillos. “Deseamos que esta advocación esté en la capilla del barrio cuando la construyan”, expresó.
Mientras tanto, Noemí Vázquez, vecina del lugar, será quien cuide la imagen hasta que se concrete el sueño de levantar un templo en Pinares. Todo esto fue posible gracias a una cadena de voluntades, esas que no hacen ruido pero dejan huellas profundas en las comunidades.
La imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro no es cualquier imagen. Para sus devotos, representa el consuelo en los momentos difíciles, la ayuda en lo físico, lo emocional y lo espiritual. En la pintura se puede ver cómo la Virgen sostiene a Jesús, recordando ese cuidado maternal que va desde su concepción hasta la cruz. Y ese mismo cuidado, creen los fieles, continúa hoy, cada vez que alguien acude a ella en busca de auxilio.
Este gesto sencillo, pero lleno de significado, vuelve a poner en valor la fuerza de la fe popular y el tejido invisible que une a los pueblos salteños. Es también una expresión de solidaridad, el recuerdo de quienes ya no están y la esperanza de quienes siguen caminando.
Ahora, el cuadro de la Virgen ya tiene un nuevo hogar y un propósito: proteger a la comunidad de Pinares y acompañarla hasta que su capilla sea una realidad. Como dice la tradición, ella nunca abandona a sus hijos.