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26 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Se acerca el Milagro y renace la historia de Fatiga, el perro peregrino

Asistía a misa todos los domingos y fiestas especiales, y era infaltable en las festividades de Sumalao y del Señor y la Virgen del Milagro, durante más de una década. Su historia lo convirtió en leyenda.
Martes, 26 de agosto de 2025 09:45
Fatiga, el perro peregrino. Fotografía con asistencia de IA

Una tarde de otoño de 2018 quedó marcada en la memoria de los vecinos del Valle de Lerma. El silencio que siguió a la noticia no era común: había muerto Fatiga, el perro peregrino que durante dos décadas caminó entre la gente y dejó una huella que ni el tiempo podrá borrar.

Nadie sabe con certeza cuántos años tenía. Algunos aseguran que pasó los 20, otros que rondaba los 17. Lo cierto es que era un anciano ya débil, cansado de andar, que eligió entregarse al descanso eterno en el mismo pueblo donde se ganó el cariño de todos, La Merced.

Un perro distinto

Fatiga no era un perro más de la calle. Su historia comenzó como tantas otras, entre ladridos sueltos, caminatas sin rumbo y noches de frío. Pero pronto se convirtió en un símbolo. Por razones que nadie pudo explicar jamás, sentía una gran atracción por las celebraciones religiosas. Durante más de diez años participó de la peregrinación en honor al Señor y la Virgen del Milagro, caminando desde La Merced hasta Salta capital junto a miles de fieles.

Era también un visitante infaltable en las fiestas de Sumalao, donde su presencia se había vuelto tradición. El domingo, cuando las campanas repicaban desde la iglesia Nuestra Señora de La Merced, Fatiga era siempre el primero en llegar. Se sentaba en el atrio, respetuoso, paciente, y esperaba el inicio de la misa. Al terminar, se perdía entre las calles, siguiendo con su deambular tranquilo por el pueblo.

Misterio y devoción

“Lo que más sorprendía es que nadie lo llamaba. Él solo aparecía, como si supiera que había una procesión o una misa especial”, recordaban los vecinos. Y así, año tras año, se sumaba a la procesión del Sagrado Corazón de Jesús, organizada por los abuelos del hogar municipal de día Angelina Beltrés de Di Pauli. Nadie entendía cómo lo hacía, pero siempre llegaba a horario y al lugar indicado.

Esa fidelidad lo convirtió en un personaje único. Mientras otros perros acompañaban peregrinaciones y quedaban en la capital, Fatiga regresaba siempre a su tierra. Terminaba el Milagro y volvía de inmediato a La Merced, sin dejarse tentar por las luces ni el ruido de la ciudad.

La comunidad supo reconocerlo antes de su partida. En una de las plazas más importantes de la localidad, frente a la parroquia local, se levantó un monumento en su honor, tallado en madera por el artista Pablo Farfán. Allí, cada año, se realizaba un desfile de mascotas que el propio Fatiga encabezaba con orgullo.

Su figura también fue plasmada en un enorme mural en la rotonda de Limache, donde aparecía caminando entre los fieles rumbo al Milagro. Esa imagen permaneció allí durante muchos años y resumía lo que fue, un compañero silencioso de la fe popular.

La despedida de una leyenda

Cuando la noticia de su muerte se conoció, el dolor recorrió a todo el Valle de Lerma. Fatiga había trascendido su condición de perro callejero, fue peregrino, guardián y símbolo de fe.

Hoy su historia se cuenta en voz baja, con la ternura de quien recuerda a un viejo compañero de camino. Fatiga no está, pero cada repique de campana y cada peregrinación parecen traer de nuevo su sombra mansa caminando entre los creyentes.

Fatiga, el perro peregrino, ya no es solo un recuerdo, es una leyenda viva en la memoria de La Merced y de todos los salteños.

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