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Lionel Andrés Messi Cuccittini cumple 37 años y en la previa del segundo partido de la Copa América, festeja su día junto a compañeros y su entorno en Nueva York. Sin embargo, a casi 8 mil kilómetros, en Salta varios fanáticos decidieron conmemorarlo con una imagen eterna en sus cuerpos.
La idea surgió de Matías y Mariana, los dueños de la franquicia "Kiricocho", una empresa de indumentaria deportiva que tiene a sus "estadios" en varias ciudades.
"La idea surge del cumpleaños de Maradona. Fue una idea que se nos ocurrió cuando compramos la franquicia y ahora la franquicia propuso hacer lo mismo que es regalar un tatuaje de Leo Messi en su cumple", comentaron desde Kiricocho Salta.
Más de seis horas tatuando
Entre las 11 y las 17, los fanáticos se acercaron a Sarmiento 454 para tatuarse su firma, su silueta, la copa o la palabra fúlbo. Es que es la forma en la que el astro de la Selección argentina se refiere al "fútbol" y esa marca la estampó en sus remera y buzos que en la actualidad son los productos más vendidos.
"Se convocó en redes sociales y nos ayudó nuestro tatuador Enzo de Victory Tattoo. Estuvo tatuando desde las 11, algunos colaboraron y compraron algo. Otros que simplemente vinieron a hacerse el tatuaje y dejar representado ese amor por Messi en la piel. Además festejamos su cumple decorando el local", dijo Matías a El Tribuno.
¿Qué es Kiricocho?
"Kiricocho", el término que se usa en el fútbol argentino y mundial para "mufar" a un rival, es el apellido de Juan Carlos, un fanático de Estudiantes de La Plata que no tenía suerte: cada vez que iba a ver un entrenamiento del pincha, un jugador se lesionada.
Carlos Salvador Bilardo, un hombre conocido por sus famosas “costumbres", decidió tomar la supuesta mala suerte de Juan Carlos a su favor. ¿Cómo lo hizo? Se acercó a hablar con él y le dio un trabajo.
Y, ¿en qué consistía esa labor? Primero esperaba la llegada de las delegaciones visitantes para hacerse pasar por un hincha de ese equipo y les daba una palmada de aliento a cada jugador. De inmediato activaba la segunda parte de la estrategia: salía corriendo hacia la tribuna visitante para transmitir su supuesta energía negativa durante los partidos. Solo cada tanto tenía trabajo extra en la semana previa y acudía a los entrenamientos del rival para comenzar a contagiar su mala suerte.