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El recorrido del dinero que genera el fútbol argentino fuera del país quedó en el centro de una investigación que expone un entramado financiero tan sofisticado como opaco. En el corazón de la operatoria aparece TourProdEnter LLC, la empresa designada para administrar los ingresos internacionales de la AFA, que en apenas cuatro años concentró cifras difíciles de dimensionar y derivó parte de esos fondos hacia estructuras sin actividad comercial conocida.
La firma fue creada en 2021 y, poco tiempo después, recibió el aval del Comité Ejecutivo de la AFA para gestionar la recaudación proveniente de publicidad, partidos amistosos y derechos de transmisión en el exterior. Desde entonces, según datos relevados en el sistema bancario estadounidense, acumuló más de 260 millones de dólares en cuentas radicadas en ese país.
El foco de la investigación no está puesto en el volumen de ingresos, sino en su destino. De ese total, al menos 42 millones de dólares no habrían sido utilizados para financiar actividades oficiales del fútbol argentino. En cambio, terminaron transferidos a una serie de sociedades registradas en el estado de Florida que no cuentan con empleados, operaciones declaradas ni actividad económica verificable.
Las firmas señaladas son Soagu Services LLC, Marmasch LLC, Velp LLC y Velpasalt LLC. Todas comparten un patrón: estructuras legales mínimas, sin presencia real en el mercado y con beneficiarios finales cuyos perfiles resultan llamativos. De acuerdo con la documentación analizada, detrás de estas sociedades figuran personas con domicilio en San Carlos de Bariloche, registradas como beneficiarias de vivienda social, empleados de pequeños comercios o con deudas relevantes en el sistema financiero local.
El esquema no se agota allí. La investigación también detectó que otros 109 millones de dólares salieron del circuito estadounidense rumbo a un agente de valores en Uruguay, que luego canalizó esos fondos a través de un vehículo financiero radicado en las Islas Vírgenes Británicas, una jurisdicción conocida por su baja transparencia y ventajas fiscales.
En términos financieros, el mecanismo combina empresas pantalla, transferencias internacionales y plazas offshore, una arquitectura habitual en maniobras diseñadas para diluir el rastro del dinero. La clave, señalan especialistas, no está solo en el movimiento de fondos, sino en la ausencia de una justificación económica clara para esas operaciones.
Para un país como la Argentina —y para provincias como Salta, donde el fútbol cumple un rol social y cultural central— el destino de cada dólar que genera la actividad deportiva excede lo contable. Se trata de recursos que, en teoría, deberían volver al sistema en forma de infraestructura, desarrollo deportivo y fortalecimiento institucional.
Mientras la documentación continúa bajo análisis y el caso suma capítulos, el interrogante sigue abierto: cómo se controlan los flujos financieros de una de las industrias más poderosas del país y qué mecanismos existen para evitar que el negocio del fútbol termine jugando un partido fuera de la cancha.