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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Uribe, talento y triunfo

El jueves pasado, la Orquesta Sinfónica de Salta, dirigida por Jorge Mario Uribe, dio un concierto con piezas de Tchaikovsky y Liszt,
Domingo, 06 de octubre de 2024 12:28
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Por Flavio Gerez, Dr. en Física y músico*

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La noche del jueves 3 de octubre, en el Teatro Provincial, ofreció una elegante exhibición de dos maneras de aproximarse a la excelencia artística. Al frente de la Orquesta Sinfónica de Salta, el maestro Jorge Mario Uribe encarnó ese talento esculpido por la constancia, el esfuerzo y un profundo rigor académico. Junto a él, el joven violinista Martín Buchhalter Montero emergió como una revelación, demostrando desde sus primeras notas un dominio que parece brotar de una fuente innata, floreciendo con la naturalidad de las flores silvestres. La conjunción de estas dos formas de talento, sutilmente contrapuestas pero no antagónicas, ofreció una velada de profunda introspección estética para quienes allí estuvimos.

El Concierto para violín en Re mayor, Op. 35 de P. I. Tchaikovsky (1840–1893) es una obra que, desde sus primeros acordes, sumerge al oyente en una experiencia dual: la admiración por el virtuosismo y el deleite por su sublime belleza melódica. Estrenada en 1881, aunque inicialmente recibió críticas mixtas, ha perdurado como una de las piezas más apreciadas del repertorio. La interpretación de Buchhalter Montero mostró momentos de un lirismo cautivador, especialmente en las secciones más emotivas, donde su fraseo evocó con claridad la esencia del alma tchaikovskiana. Sin embargo, en los pasajes más virtuosísticos, una velocidad un tanto excesiva desdibujó ocasionalmente la claridad del discurso, sugiriendo un cierto descontrol de afinación y articulación en momentos que exigían una mayor precisión. La batuta de Uribe, atenta y equilibrada, compensó con maestría estas dificultades, logrando una profunda emoción en los tutti orquestales. Su dirección elegante guió a la orquesta con soltura, resaltando tanto la brillantez de la partitura como el talento del solista, brindando cohesión a la interpretación. El concierto se convirtió así en un diálogo fascinante entre el talento innato de Buchhalter Montero y la refinada destreza de Uribe, revelando que la grandeza artística surge tanto de la intuición como del estudio y dedicación. 

Tras el concierto de violín y a pesar de los calurosos aplausos del público, el solista no regaló ninguna propina y la velada continuó con una obra maestra del sinfonismo romántico: Tasso, lamento y triunfo S.96 de Franz Liszt (1811–1886). Compuesto entre 1849 y 1854, este poema sinfónico narra la vida de Torquato Tasso, evocando su sufrimiento y redención. El maestro Uribe mostró una profunda comprensión de la psicología de la obra, iniciando con una atmósfera de soledad y angustia a cargo de los registros graves de los instrumentos, capturando con sutileza el tormento del poeta. Al frente de una orquesta que respondió con gran cohesión, el maestro delineó un paisaje sonoro que envolvió al público en la compleja tormenta emocional del poeta. La orquesta logró con eficacia la dicotomía entre desesperación y triunfo, destacándose especialmente la intervención de los metales en el clímax, cuya fuerza exuberante, sin excesos, algo novedoso para la Orquesta Sinfónica de Salta, transformó la oscuridad en resplandor, simbolizando la victoria del espíritu sobre la adversidad. Si hay algo que distingue al director colombiano es su capacidad para articular con claridad el discurso musical de una obra compleja, en este caso permitiendo al oyente experimentar de cerca la tragedia y coronación de Tasso. El maestro Uribe y la orquesta parecen haber encontrado el Santo Grial de la música, el equilibrio, que en el romanticismo es mucho más difícil de conseguir: dinámicas precisas, exploración minuciosa de las sutilezas y control de las explosiones sonoras propias de Liszt, revelando de este modo no sólo su maestría como director, sino también una sensibilidad refinada hacia este periodo de la Historia de la Música.

El concierto concluyó con la icónica Rapsodia Húngara N°2 en do sostenido menor, S.244/2, del mismo Liszt una obra que ha perdurado en el imaginario popular desde su composición original para piano en 1851. La orquestación, realizada por Liszt/Doppler y Berghaus en re y do menor, respectivamente, no solo preserva el virtuosismo del original, sino que también exige una interpretación matizada y precisa por parte de los diferentes grupos orquestales. En esta ocasión, el maestro Uribe demostró un notable desempeño con un gesto muy preciso y ágil, articulando cada matiz para lograr una comunicación efectiva entre los músicos de la orquesta y la audiencia. Su dirección fue un catálogo de energía y dinamismo, llevando a la Sinfónica a explorar la complejidad rítmica y la exuberancia melódica de la obra. El maestro supo equilibrar la ferocidad de los pasajes más veloces con la delicadeza necesaria en los momentos más líricos, creando así una experiencia auditiva memorable. El resultado fue una interpretación tan vibrante que el público se rindió a la evidencia, y brindó una ovación que inundó el teatro y selló el triunfo del maestro Uribe y de la Sinfónica de Salta, una verdadera experta en resiliencia. Esta interpretación de la Rapsodia Húngara consolida al maestro Uribe y a la formación como referentes de este repertorio a nivel nacional. Desde aquí expresamos nuestro deseo para que el romance de la orquesta con su director se prolongue durante mucho tiempo y para que los conciertos transmitidos vía streaming sean una realidad más pronto que tarde para que así miles de entusiastas de esta orquesta repartidos en la Argentina y el mundo puedan disfrutar de ella. 

* Miembro de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina

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