El cielo de Orán se llenó de coplas, guitarras y pimpim. Fue una despedida como la que él hubiera querido: con música, baile y pueblo. Federico Córdoba, fundador de Las Voces de Orán y emblema de la música popular del norte argentino, fue despedido este sábado con una ceremonia que mezcló el dolor con la celebración de una vida intensa, generosa y profundamente arraigada a su tierra.
En el cementerio municipal, mujeres de la comunidad Ava Guaraní, vestidas con sus trajes tradicionales, bailaron el pim pim en círculo alrededor del ataúd. Sosteniendo flores en sus manos, alzaron una danza ancestral en señal de respeto. Más tarde, se armó una guitarreada entre músicos, amigos y compañeros de ruta. Cantaron juntos, como tantas veces lo hicieron con él en peñas, festivales y escenarios. Fue su última peña, sin micrófonos ni luces, pero llena de verdad. Y casi al final, la coplera Mariana Carrizo entonó unas coplas conmovedoras con su caja: “Ya se ha muerto Federico, ya la mano afuera por si le quieran pagar”. Y agregó: “En nombre de toda la comunidad artística, mi agradecimiento a esta tierra por este hermano que nos dejó un legado inmenso en la música folclórica”.
El féretro llegó al camposanto entre aplausos, vítores y la voz de un locutor que no pudo ocultar la emoción: “¡Viva Federico!”. “Que siempre haya una luz que alumbre lo que Federico fue en vida”, dijo. Niños, adultos y abuelos acompañaron el cortejo. El pueblo entero se hizo presente, sabiendo que no se trataba de una despedida cualquiera.
El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, y el exintendente de Orán, Baltasar Lara Gros, fueron parte del homenaje. Pero lo más profundo vino de quienes conocieron a Córdoba en su intimidad, desde el amor y la admiración familiar.
Su nieta, Sabrina Cornejo Córdoba, habló frente al féretro con entereza y dulzura: “Querido abuelo, llevaste con orgullo el nombre de tu pueblo a todo el mundo. Incluso en tus últimos días seguías enamorado de tu Orán querido. Ese fue tu hogar, tu raíz. Nos enseñaste que los vínculos tejidos con amor son el tesoro más grande. Ese fue tu legado, y será eterno. Gracias por regalarme una infancia plagada de amor”.
Uno de sus hijos, Ricky Córdoba, habló en nombre de todos los hermanos y con un nudo en la garganta agradeció el cariño recibido: “Papá, siempre nos uniste con tu canto, con tu llegada. En este último tiempo me enseñó que ante la adversidad hay que estar unidos. Quiero dedicar estas palabras también a mi madre, porque es esa fuerza la que me impulsa a seguir. Vamos a continuar con el legado que dejó. El mensaje es muy sencillo: que lo recordemos con alegría. Siempre fue feliz, nos enseñó a cantar, y cuando el alma llora, cantemos. Gracias a cada amigo, a cada integrante de Las Voces de Orán. Él estará siempre presente. Te amo, mami. Gracias”.
Desde lo institucional, Baltasar Lara Gros también dejó unas palabras en representación de la ciudad: “Gracias por todo lo que hiciste por Orán, por la cultura, la música, tu familia. Donde ibas, nombrabas Orán, y eso habla del amor por esta tierra. Nos hiciste conocidos en cada rincón del país. Seguro esta noche hay una fiesta en el cielo. Gracias, Fede”.
A su turno, el gobernador Sáenz habló desde el afecto sincero: “Querido pueblo de Orán, hoy todo un pueblo te llora. Pero lograste algo inmenso: que no te viniera a despedir el gobernador de Salta, sino un amigo. Eso te lo ganaste, Fede. Además de gran músico, fuiste una persona maravillosa. Persististe, trascendiste y lo seguirás haciendo en la memoria de todos los oraneses y salteños. Lograste lo que muchos no pueden: unir a un pueblo entero para despedirte. Fede, te amamos y nunca te vamos a olvidar. Hoy más que nunca Orán te recuerda”.
Y como epílogo, entre lágrimas, habló el contador y amigo José Antonio Yampotis, con palabras que cerraron el círculo de una vida luminosa: “Cuántas veces le escuchamos decir ‘morir que no se muera nunca’. Federico va a vivir por siempre entre nosotros. Cuando tengamos que hacer un panteón para las glorias de Orán, habrá un lugar importante para Fede. Gracias a él se conoció este terruño en todo el mundo. Era un verdadero embajador. Soñaba con ser cantor… y vaya si cumplió ese sueño. Por eso el llanto florecerá en nuevos folcloristas que lo vieron como un faro. Siempre estaba. Siempre está”.
Federico Córdoba partió, pero en su tierra nadie lo despide con silencio. Lo despiden cantando.