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Bolivia conmemoró ayer el Año Nuevo Andino 5.532 con rituales ancestrales y bailes autóctonos además de pedidos a la Pachamama o Madre Tierra para conseguir una buena producción agropecuaria, debido a la reciente sequía que afectó los cultivos y la cosecha de alimentos.
La actividad central se efectuó en la ciudadela prehispánica de Tiahuanaco, 80 kilómetros al oeste de La Paz y cercana al Lago Titicaca, y estuvo encabezada por el presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca.
Desde el día anterior comenzaron a llegar al sitio arqueológico varias delegaciones de visitantes, turistas extranjeros y funcionarios de Gobierno, que instalaron vigilias con conjuntos folclóricos para aguardar los primeros rayos del sol.
Al amanecer, los amautas o sabios andinos prepararon una mesa hecha por pedazos de leña sobre los que pusieron algunas ofrendas como los 'sullus' o fetos de llama, figuras de colores que simbolizan la prosperidad, dinero o salud, que luego se alimenta con alcohol o vino para finalmente prender fuego a todo.
La celebración también se conoce como la fiesta del retorno del sol, 'Willkakuti' en aimara o 'Inti Raymi' en quechua, en la que las personas aguardan los primeros rayos del sol con las manos abiertas como significado del recibimiento de una energía renovada.
Pero los rayos del sol no se vieron debido al cielo nublado, por lo que la ceremonia se centró en el encendido de la gran hoguera.
Mejor siembra y cosecha
"Recibimos este Año Nuevo con la esperanza de que también la naturaleza nos dé más producción agropecuaria, que nos vaya bien en la siembra, en la cosecha", dijo Arce en su discurso.
Pidió que este año "sea mejor al que está pasando" con "más prosperidad, más ventura, más trabajo, más ingresos", para el pueblo boliviano.
Estas últimas semanas, Bolivia afrontó la elevación de los precios de algunos alimentos como el tomate, cebolla o arroz y que derivaron en algunas protestas de varios sectores que exigieron al Gobierno de Arce medidas efectivas a ese y otros problemas.
El mandatario sostuvo en aquel momento que esto se debía a la "crisis climática" y a la situación económica adversa en el mundo.
La ceremonia concluyó con el 'acullico' o masticado colectivo de hojas de coca en su estado natural, que en Bolivia tiene un significado tradicional de convivencia comunitaria entre los asistentes.
Después, los visitantes bailaron tomados de los brazos y en círculos al son de las melodías de los grupos y comparsas autóctonas.
Las mismas ceremonias se efectuaron en otros puntos del país con la participación de otras autoridades en distintas 'wakas' o 'apachetas', lugares sagrados para las culturas indígenas.