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El Vaticano vivió este domingo una jornada histórica con la canonización de Carlo Acutis (1991-2006) y Pier Giorgio Frassati (1901-1925), en una ceremonia presidida por el papa León XIV frente a decenas de miles de fieles.
El acto comenzó con la lectura de las biografías de ambos beatos a cargo del prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Marcelo Smeraro, quien luego pidió formalmente su inscripción en el libro de los santos. Tras la fórmula solemne en latín pronunciada por el pontífice, la Plaza de San Pedro estalló en aplausos.
Entre los presentes se destacó la familia de Carlo Acutis, cuya madre llevó hasta el altar un relicario con un fragmento del corazón del joven. También asistió el presidente de Italia, Sergio Mattarella, además de delegaciones de peregrinos de todo el mundo.
En su homilía, el papa León XIV destacó que “los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra”. Recordó además frases célebres de ambos: “No yo, sino Dios”, en palabras de Acutis, y “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, llegarás hasta el final”, de Frassati.
Carlo Acutis, el primer santo milenial
Nacido en Londres en 1991 y criado en Milán, Carlo Acutis utilizó la tecnología y la web para difundir la fe. Creó páginas sobre la Eucaristía y proyectos solidarios en su colegio. Murió en 2006 a los 15 años por una leucemia fulminante. Fue beatificado en 2020 tras reconocerse como milagro la curación de un niño en Brasil con una malformación congénita del páncreas.
El segundo milagro, que abrió la puerta a la canonización, fue la recuperación de una joven costarricense que sufrió un grave traumatismo craneal. Su madre había peregrinado a la tumba de Acutis en Asís y, tras sus oraciones, la adolescente se recuperó de manera inexplicable.
Pier Giorgio Frassati, el santo de la caridad
Frassati nació en Turín en 1901 en el seno de una familia de clase alta, pero dedicó su vida a ayudar a los más necesitados. Visitaba diariamente barrios humildes y hospitales, donde contrajo poliomielitis, enfermedad que lo llevó a la muerte a los 24 años en 1925. Su vida sencilla, marcada por la oración, la misa diaria y la cercanía con los pobres, inspiró a generaciones de jóvenes católicos.
El papa resaltó que ambos santos representan “la santidad de la vida cotidiana” y que, incluso en la enfermedad, supieron ofrecer su sufrimiento a Dios con fe y alegría.
Con esta canonización, la Iglesia propone a Acutis y Frassati como modelos para las nuevas generaciones, recordando que la santidad también puede vivirse en las aulas, en la calle y en el mundo digital.