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2 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Salvador Mazza: memoria de un pueblo nacido del hierro y la frontera

En su aniversario, la localidad vuelve a mirarse en el espejo de la frontera: un pueblo que nació con el ferrocarril, creció con el comercio y hoy se reconoce como Pórtico Norte de la Patria.
Martes, 02 de septiembre de 2025 00:41
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En el extremo norte de Salta, donde el viento levanta polvo en las calles de tierra y las vías brillan como cicatrices, late un nombre aprendido de ambos lados de la frontera. Salvador Mazza -la antigua Estación Pocitos- no es solo un punto en el mapa: es un umbral. Antes de fijar su día de cumpleaños ya había casas de madera, modestos comercios y familias que miraban a Bolivia como a un hermano cercano. La llegada del ferrocarril encendió el corazón del pueblo. La estación fue brújula y latido, el lugar donde todo llegaba. En 1947, una ley provincial reconoció oficialmente la comuna y eligió el 30 de agosto como su fecha de celebración. El homenaje mayor llegó con el nombre: Profesor Salvador Mazza, el médico que enfrentó el mal de Chagas y dio al pueblo identidad y coraje.

En 1942, los presidentes Ramón Castillo y Enrique Peñaranda se dieron la mano aquí, y en 1947, el tren presidencial con Juan Domingo Perón y Eva Duarte cruzó hacia Yacuiba, sellando el destino binacional de este portal del norte. Pero la historia también se dice en apellidos recordados: Figueroa, Lardiez, Ruperez; en comerciantes como Guillermo Katz y Adela, creadores de la histórica "Casa Adela"; en gendarmes como Santiago Madeo y Alberto Cruells, impulsores de la primera escuela secundaria. Con el tiempo, el pueblo dejó de ser solo estación. La ruta, el ferrocarril y el intercambio lo hicieron centro de encuentro. Aquí el cruce de productos se mezcla con el de costumbres; aquí la frontera no divide, hace puente. Por eso Salvador Mazza se ganó el título que lo define en la memoria colectiva: Pórtico Norte de la Patria.

Salvador Mazza no nació de un decreto, nació del andar de su gente. Y hoy, cuando las banderas vuelven a nombrarlo, muchos sienten lo mismo que los pioneros al ver llegar el primer tren: que pertenecer es abrazar, es reafirmar identidad.

En Salvador Mazza, la frontera no es línea ni alambrado. Es mercado, familia, escuela, trabajo compartido en dos acentos. En el norte, la frontera habla en plural: lo que ocurre en Yacuiba repercute en Salvador Mazza y viceversa. Cooperar es rutina de gestos diarios; cuando ambas orillas afinan el oído, la convivencia se hace simple. Una frontera cuidada multiplica beneficios: facilita el tránsito vecinal, ordena el comercio, reduce riesgos y hace más previsible la vida.

La seguridad de frontera es música compartida, farol que se prende a la hora justa.

Frontera que late rumbo al futuro

En cada aniversario las ciudades miran hacia atrás, pero Salvador Mazza también se obliga a mirar hacia adelante. En este rincón del norte salteño, donde los rieles dieron origen al pueblo y el comercio lo mantiene vivo, la frontera es mucho más que un límite: es el corazón económico de toda la región.

Durante años, los productos argentinos cruzaron a Bolivia en un flujo casi natural. Hoy, en cambio, muchos vecinos viajan a Yacuiba o San José de Pocitos para comprar, en un pequeño turismo de compras que muestra cómo la frontera cambia de piel según las épocas.

Vehículos

Más de cien camiones por día mueven la logística del paso internacional. La frontera no es oficina ni mapa: es calle, feria, casas de cambio y carritos de jugos frescos que esperan a los salteños para seguir hasta los puestos de venta. En ese escenario, la informalidad convive con la oportunidad. El desafío es formalizar, sumar tecnología y acuerdos con Bolivia, impulsar un turismo seguro y posicionar a Salvador Mazza como nodo logístico del norte.

En este aniversario, Salvador Mazza reconoce que su verdadera riqueza no está solo en lo que vende o compra, sino en lo que representa: la unión de dos pueblos y la posibilidad de un futuro mejor.

 

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