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EL ADIÓS A FRANCISCO / Nunca olvidó sus raíces

El barrio porteño de Flores despidió con profunda emoción al papa Francisco.
Martes, 22 de abril de 2025 02:19
EL ADIÓS A FRANCISCO / Nunca olvidó sus raíces EL ADIÓS A FRANCISCO / Nunca olvidó sus raíces
La casa donde creció Jorge Bergoglio en Flores. EFE
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"Se fue uno de los nuestros". Con lamentos como este, Flores, un barrio de clase trabajadora de Buenos Aires, despidió ayer a Jorge Mario Bergoglio, el más ilustre y querido de sus vecinos entre una amalgama de tristeza y gratitud.

Este distrito que vio nacer y crecer a Bergoglio, lo recuerda como un "papa de barrio", quien de niño jugó en sus calles, compartió la vida cotidiana de familias nacidas de la migración española e italiana y sirvió a los sectores más pobres de la barriada.

"Estoy muy triste. Perdimos a uno de los nuestros", dice Juan, un vecino que, entre lágrimas, apoya con respeto su mano en la placa que señala la humilde casa de la calle Varela donde el 17 de diciembre de 1936 nació Jorge Mario, el mayor de los hijos de Regina María Sivori y de Mario José Bergoglio.

A pocas cuadras de allí, sobre la calle Membrillar, está la casa en la que Jorge vivió la mayor parte de su infancia, su adolescencia y hasta que a los 22 años ingresó al seminario. A sus puertas, los vecinos dejan flores y velas.

En este vecindario, como en la mayoría de las comunas de Buenos Aires, el fútbol forma parte de la vida cotidiana. En la esquina de su casa hay un pequeña plaza. Un mosaico recuerda que allí Bergoglio "corría tras la pelota con sus amigos en las tardes de juegos, encuentros y amistad".

Daniel Ruiz, un lugareño, lleva una ofrenda que destaca entre las demás: un sombrero con la insignia de San Lorenzo de Almagro, el club de los amores del papa Francisco y, curiosamente, fundado por un sacerdote.

El estadio del azulgrana -o 'el Santo', como también llaman al club- está, precisamente, en el Bajo Flores, un sector del barrio en el que Bergoglio fue nombrado Vicario Episcopal en 1992.

"Es alguien muy cercano a nosotros porque es del barrio y, además, de la familia de San Lorenzo. El legado que él deja es de empatía, solidaridad, amor y unión. Lo conocí personalmente, venía a las iglesias más pobres del barrio", recuerda Daniel.

Estas calles, donde aún se conserva esa mística cotidiana de la buena vecindad, son la memoria viva de un Bergoglio sencillo y cercano, que, una vez abrazado el ministerio sacerdotal, siempre volvía al terruño para estar entre los suyos, como uno más.

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