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8 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Forenses resolvieron el misterio del cuerpo enterrado en la casa donde vivió Cerati

Con 151 fragmentos óseos, objetos dispersos y sin pistas claras, el EAAF logró identificar al joven desaparecido en 1984. Se trata de Diego Fernández Lima, de 16 años, hallado por obreros en mayo pasado en Coghlan.
Jueves, 07 de agosto de 2025 21:23
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El misterio que envolvía al cadáver hallado en la casa donde vivió Gustavo Cerati finalmente se resolvió gracias al meticuloso trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). A partir del análisis de huesos desarticulados, objetos personales deteriorados y sin ninguna identidad conocida al momento del hallazgo, los especialistas lograron identificar al joven: era Diego Fernández Lima, un adolescente de 16 años desaparecido desde 1984.

El caso salió a la luz el 20 de mayo, cuando un grupo de obreros realizaba excavaciones en una propiedad de la Avenida Congreso al 3700, en el barrio porteño de Coghlan, donde años atrás vivió el exlíder de Soda Stereo. El hallazgo del cuerpo en una fosa removió preguntas y conjeturas. Pero fue la ciencia la que trajo las respuestas.

Una escena congelada en el tiempo

La escena no presentaba un cadáver fresco. Lo que se descubrió fueron restos óseos esqueletizados, en una fosa deteriorada junto a la medianera del terreno. El equipo forense encontró 151 fragmentos de huesos humanos, entre ellos fémures, costillas, mandíbula, piezas dentales, y también objetos como un reloj Casio, una llave, un llavero naranja, una media con restos y un dije con inscripciones orientales.

El fiscal Martín López Perrando recurrió al EAAF. Según explicó Luis Fondebrider, fundador del equipo, este tipo de escenas requieren una mirada multidisciplinaria y especializada. “La escena es un momento congelado en el tiempo. No se trata solo de recuperar restos, sino de entender cómo fueron depositados, si hubo alteraciones, y qué elementos pueden datar el hecho”, señaló.

El paso a paso de una identificación casi imposible

Tras el retiro de los restos bajo cadena de custodia, el EAAF inició el análisis de laboratorio. Lo primero fue radiografiar y clasificar los huesos, para luego limpiarlos, secarlos y reordenarlos anatómicamente. A partir de allí, se estableció que se trataba de un varón joven, entre 15 y 19 años, con signos de lesiones: una herida cortopunzante en el tórax y cortes en el fémur, que podrían vincularse con su muerte o con manipulación post mortem.

El hallazgo de objetos personales también permitió delimitar un rango temporal: década del 80, posiblemente principios de los 90. Pero la pieza clave fue la posibilidad de extraer ADN de los restos. En principio no había con quién compararlo, hasta que un hombre vio la noticia y relacionó el caso con su tío desaparecido en 1984. La familia se contactó con las autoridades y la madre del adolescente accedió a dar una muestra para la comparación genética.

El resultado fue concluyente: los restos pertenecían a Diego Fernández Lima, cuya desaparición había sido denunciada hacía 41 años, en el barrio de Belgrano.

No es magia, es ciencia

“Uno no identifica solo con genética”, explicó Fondebrider. “El ADN es un elemento muy fuerte, pero se integra con otros datos: la edad, el sexo, la estatura, la presencia de enfermedades o fracturas previas, y los elementos hallados en la escena”.

La antropología forense en Argentina combina disciplinas como arqueología, medicina, genética, física, odontología y más. En este caso, fue esa sinergia la que permitió reconstruir lo que parecía perdido.

 

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