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4 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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La historia detrás del fundador del mercado

Sabado, 23 de julio de 2011 18:36
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Don Saturnino San Miguel fue hijo de Antonio de San Miguel y Valdecantos y de Josefa Moldes Fernández Sánchez de Loria. Su padre vino a Salta de Lima, en 1790. Su madre era hija de Juan Antonio Moldes, Alcalde y Regidor del Cabildo de Salta; dueño de una de las casas comerciales más poderosas de Sud América. Importaba mercadería desde Cádiz, por lo que era introductor, y la distribuía en todo el virreinato.

En Salta, la casa de los Moldes pasó a ser de los San Miguel hasta 1930. Está en Caseros al 700. Actualmente es una de las cinco únicas casas del siglo XVIII que se conservan. Y relativamente hace pocos, fue restaurada por la Municipalidad de Salta, siendo actualmente sede de la Dirección Municipal de Turismo.

Volviendo a Saturnino San Miguel, digamos que este quedó sólo en Buenos Aires luego del asesinato de su tío, el coronel José de Moldes (1824). Vivía con él pues sus padres habían muerto. Su vinculación con la Casa Moldes y conocer sus proveedores, le fue de suma utilidad para lograr crédito moral y financiero, aquí y en Europa. Así fue que con su socio salteño Gregorio Lezama, comenzó a trabajar como intermediario de grandes casas importadoras. Y dado el gran incremento comercial de estas -se extendieron por varias provincias-, crearon después, líneas de mensajerías y carretas para facilitar el transporte de la mercadería. Por ello, adquirieron 10 hectáreas en Palermo, punto de partida y llegada de las mensajerías.

Don Saturnino San Miguel consolidó una de las mayores fortunas del país. Bernardo Frías en su “Tradiciones Históricas de Salta”, dice que “en 1860 logró reunir un millón de pesos y que en 1865 fundó un mercado que abarcaba una manzana de una importante zona de la ciudad de la que él era dueño”. A los 60 años, se casó con Carolina Ovejero Zerda con quien tuvo 7 hijos y vivió en su casa que estaba dónde era el Cine Alberdi.

En 1879 se mudó a París donde alquiló una casa a media cuadra de los “Champs Elisées”. Era uno de los barrios más elegantes de la ciudad, pero murió seis meses después, el 3 de septiembre de 1879. Su viuda regresó a Buenos Aires con sus hijos Alberto, Emilio, Víctor, Daniel, Adolfo, Eufemia y Elvira, y el cuerpo embalsamado de su esposo.

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