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La medida que comenzó a distorsionar el sistema BSPA fue la baja de edad para su ingreso (16 años); este fue el primer paso para convertir a los centros de adultos en escuelas comunes. Según docentes consultados, muchos adultos deben compartir el aula con chicos de 16 años; a partir de eso, diferencias de intereses, de responsabilidades y disciplina generaron muchos conflictos. Incluso, esto produjo un desgranamiento de los alumnos mayores. Por otra parte, esta situación también impactó en el cuerpo docente, ya que la mayoría de los profesores están capacitados para trabajar con adultos, por lo que la heterogeneidad de los grupos se transformó en un desafío difícil de superar.
Se distorsionó un sistema exitoso, convirtiéndolo en una alternativa para solucionar las falencias de la educación secundaria común, cuyos frecuentes cambios no permiten conformar un sistema educativo coherente, adecuado para los tiempos y la realidad que se vive en la provincia. Las marchas y las protestas manifiestan la preocupación de la comunidad educativa por la continuidad del BSPA. Es que se está poniendo en juego un sistema inclusor, participativo e innovador, que si bien necesita ser actualizado, nada justifica su paulatina desaparición.