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Una prueba de fuego tras la Primavera Árabe

Viernes, 16 de noviembre de 2012 22:05

El patrón de la violencia en Gaza y en el sur de Israel resulta familiar. Como de costumbre, el costo humano es elevado.

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El patrón de la violencia en Gaza y en el sur de Israel resulta familiar. Como de costumbre, el costo humano es elevado.

Sin embargo, el panorama diplomático de Medio Oriente ya no es el mismo: ha cambiado dramáticamente desde la última vez que el conflicto en la región alcanzara su punto de mayor intensidad.

Y eso hace que sea mucho más difícil predecir cuáles serán las consecuencias políticas de los eventos que están ocurriendo en los últimos días.

Seguramente, Israel tomó en cuenta cómo reaccionaría el mundo árabe y el resto de la comunidad internacional cuando evaluó los riesgos y los beneficios de asesinar al comandante militar del grupo palestino Hamas Ahmed Jabari.

Pero los eventos de la Primavera Árabe y, en particular, la elección en Egipto de un presidente que proviene de la Hermandad Musulmana, la organización islamista más antigua y más grande del país, en la que Hamas tiene sus orígenes, significa que las cosas han cambiado.

Una relación curiosa

En el pasado, bajo el liderazgo autoritario de Hosni Mubarak, mantener una buena relación con Estados Unidos era una prioridad en la agenda.

Eso implicaba también mantener relaciones diplomáticas con Israel, como parte de un tratado de paz firmado a finales de la década de los años 70, que se convirtió en la piedra angular de una suerte de Pax Americana (expresión latina que se refiere al período de paz relativa que siguió a la Segunda Guerra mundial) para la región.

La relación era curiosa. Si bien con el tiempo el vínculo entre los líderes de ambos países no perdió su fluidez y las agencias de inteligencia de Israel y Egipto demostraron que podían trabajar de forma conjunta, la relación, inexorablemente, se fue enfriando.

 

 

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