A pesar de que el gasto público se disparó hacia los 900.000 millones de dólares en la Argentina durante los últimos diez años, eso no representa aún mejoras significativas en la infraestructura o el transporte, y el Gobierno tiene cada vez más cuestionamientos por la forma “ineficiente” en asignar parte de los recursos.
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A pesar de que el gasto público se disparó hacia los 900.000 millones de dólares en la Argentina durante los últimos diez años, eso no representa aún mejoras significativas en la infraestructura o el transporte, y el Gobierno tiene cada vez más cuestionamientos por la forma “ineficiente” en asignar parte de los recursos.
Así surge de un estudio realizado por el instituto Iaraf, sobre la base de cifras oficiales, según el cual entre 2003 y 2012 el gasto corriente habrá acumulado 3,8 billones de pesos y pasará de representar el 13,4% al 24,3% del producto bruto.
De acuerdo con ese trabajo, el grueso del gasto fue a sostener las prestaciones previsionales y solventar un sistema de subsidios que se sabe dónde comienza pero no dónde termina. Durante los mismos diez años de gobierno kirchnerista, el gasto de capital acumulado ascendió a 486.000 millones de pesos, por lo que respecto del producto bruto crecerá del 0,6% al 2,8%.
El Iaraf explica que la suma del gasto corriente con el de capital alcanza los 4,3 billones de pesos, equivalentes a 900.000 millones de dólares o dos PBI completos.
La inversión pública
El gasto de capital debería ser destinado casi totalmente a inversión pública, pero hasta ahora no se lograron los efectos deseados, ya que la extensión y el servicio del sistema ferroviario, por ejemplo, se deteriora año a año.
El sistema ferroviario argentino ya tiene menos de 18.000 kilómetros de vías y apenas permite llegar desde Buenos Aires a Córdoba, Santa Fe y Tucumán, lo cual plantea un serio problema de logística.