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Con relación al supuesto maltrato a una discapacitada ocurrido en el corredor 2F interno 208 el pasado viernes, quiero dirigirme al conductor de esa unidad.
Te escribe un colega, maduro ya, que pasó por las filas del transporte público. Que si bien fue en otra época, no deja hoy de perder la esencia y la mística de ser chofer profesional y justamente por ellos debemos hacer honor a una profesión muy cuestionada. Siempre hemos sido blanco de la ira del pasajero, del taxista, el peatón y de cuántas personas. Pero también recibimos el afecto, cariño y reconocimiento de mucha gente que nos hace sentir bien y reconoce que no es fácil estar al frente de un volante y nos simplifica la tarea, cediendo un asiento, bajando por la puerta trasera, tocando el timbre a tiempo y hasta saludando con un: Hasta mañana señor!
Por todos esos gestos y por muchos casos más, conduzcamos correctamente y demostremos que somos profesionales, seres humanos que también cometemos errores. Pero hermano querido, los discapacitados son seres especiales que merecen nuestro respeto y consideración. La vida no es igual para todos. Hoy en este mundo convulsionado debemos adecuarnos a cada situación. Vos tenés que estar a pleno, de vos depende la vida de muchos pasajeros, seguramente un hijo o alguno por llegar aprenderá de vos y seguro estará orgulloso. Tu corazón dirá si aceptas mis consejos. Me imagino que la presión empresarial hoy es mayor, como debe ser nuestra dignidad como servidores públicos. Por la familia del volante te pido fuerza, cordura y voluntad. Como tu máquina, seamos de hierro, pero de corazón sensible.
Un viejo colectivero
Ciudad