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Son un fenómeno, le guste a quien le guste. Son sencillas y simpáticas. Nunca estudiaron canto y solo dos de las ocho alguna vez pasó por una academia de baile. Tampoco saben música, les basta una consola con ritmos, una coreografía sencilla y unas letras pegadizas. Sin embargo, el país habla de Las Culisueltas, bromean con el nombre, reciben comentarios bizarros y hasta escatológicos, pero parece no importarles. Más bien, se las ve ocupadas en disfrutar esto que les pasa, que no saben muy bien qué es y que todavía les causa asombro, pero que las lleva a la pantalla de la TV y a recorrer el país.
Las chicas llegaron anoche a Salta contratadas para participar del Corso de las Estrellas, que comenzará este sábado, a la vez que realizarán algunos shows en boliches. Viajaron desde Capital Federal más de 20 horas y, sin escala alguna, estuvieron en el complejo editorial de El Tribuno.
Llegaron al fin
El diario, tanto en su edición de papel cuanto en la digital, había anunciado que a las 15 estarían frente a una computadora para comunicarse con sus seguidores. Un problema mecánico en el vehículo que las trasladó demoró su llegada, pero esto no fue obstáculo para que el programa anunciado se cumpliera (aunque unas horas más tarde) e inclusive, un nutrido grupo de niñas y algunos varones les hicieran el aguante desde temprano, en el acceso al predio, en Limache, y en la web (a las 14.30 había 42 contactos esperando).
Kitty y Chenny (cantantes) y Yiyo, Pony, Belén (la recién llegada al grupo), Pity, Kamy y Mayu DJ son las jovencitas (la mayor tiene 22 años y la menor 15) de este grupo que es suceso y que, según aclararon de entrada, no tiene líderes, sino que “somos todas iguales”.
Sin esquivos reconocen que el año pasado, por julio, se largaron a esto que más parecía una aventura que una propuesta artística. A puro coraje, para ver qué pasaba, y hoy viven arriba de una comby, de show en show. Son el resultado de algún productor que vio la oportunidad de hacer un buen negocio, aseguran algunos. No se sabe qué hacen sobre el escenario, cuestionan otros. Los más chicos las imitan; los adolescentes bailan y cantan con ellas. Pero más allá de las razones y criterios artísticos de cada uno, las chicas suman y siguen. Y viven de esto. Esto que no es un baile “turro”, aclaran para distinguirse de Los Wuachiturros, otro fenómeno juvenil. “Nosotras hacemos reggaeton, es algo más sensual”, explican. Y casi a coro se encargaron de poner cada cosa en su lugar: “Nosotras no somos una copia de ellos, aunque ellos lo digan; somos Las Culisueltas, así no más”.