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“Un día, hace muchos siglos, la fundaron. Yo calculo que, un minuto después, la primera prostituta se acomodó en una de sus esquinas”. Así describió alguna vez la escritora Almudena Grandes la calle de la Montera, en Madrid. Para quienes no conocen la capital española, esta es una vía peatonal y comercial que nace en la Puerta del Sol y termina en la Gran Vía, una avenida por la que transita un promedio de siete mil personas por hora.
Pero su particularidad reside en que allí, no importa el momento del día, hay numerosas mujeres ofreciendo servicios sexuales a la vista de todos. Y son tantos los turistas que la recorren diariamente que no es extraño ver a un hombre asustarse cuando una mujer le da un pellizcón para llamarle la atención y atraerlo.
Los que ya no se asustan son los ciudadanos locales, que simplemente se aprestan a decir un “no, gracias” en el caso de que no muestren interés o, según el nivel de insistencia de la mujer, un “no, basta ya!”. De todas maneras, no es común que haya mayores problemas que ese, ya que la calle está vigilada por unas treinta cámaras de seguridad.
Mario Garzón vive hace cuatro años en Madrid y en numerosas ocasiones transita por la mencionada vía, si bien todavía le parece curioso que sea un lugar de trabajo para las prostitutas. “Lo que me sorprende es que están ahí, en una de las calles más transitadas de Madrid. Además, al menos en Colombia nunca vas a ver niños caminando por una calle llena de trabajadoras sexuales o tampoco bares tan populares como los que hay allí”, afirmó.
Desde que se conoce, todos los alcaldes de Madrid han hecho planes y promesas a vecinos para que se erradicara la prostitución de la zona. Sin embargo, los únicos avances que se han conseguido fueron en materia de seguridad. El último en fracasar fue el llamado “Plan Montera” de la gestión del ahora ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, en el que solo se perdió tiempo y dinero.
Prueba de ello es que en la otra zona céntrica de Madrid donde se ejerce la prostitución se invirtieron millones de euros para cambiar su imagen y, si bien hubo avances en iluminación y movimiento comercial, las mujeres que allí trabajan no se han querido ir.
El problema está en que no se llega a un acuerdo entre los partidos para regular la prostitución y legalizarla como un trabajo o, directamente, prohibirla. Pues el problema de fondo es el también problema mundial de la trata de personas.
Barcelona quiere erradicar
Recientemente, el Ayuntamiento de Barcelona se ha propuesto erradicar la prostitución de las calles de la ciudad, y los partidos mayoritarios han aprobado que se modifique la ordenanza de civismo que regula la actividad.
Sin embargo, tal decisión ha recibido críticas de algunos sectores que consideran que lo único que se procura es mostrar una ciudad en apariencia “limpia” pero con un grave problema de fondo sin resolver.
Pues, si bien las mujeres que trabajan en la calle Montera de Madrid -por volver al caso mencionado- dicen que lo hacen con absoluta libertad, también se conoce que la prostitución en España es la salida económica que tiene gran parte del negocio de la explotación sexual europea y mundial. Incluso, las cifras del país expresan que nueve de cada diez prostitutas trabajan de manera obligada.
Se calcula que a Europa llegan por año alrededor de medio millón de personas que son víctimas de redes de explotación. Y muchas de ellas quedan trabajando en el país ibérico, a veces llamado el “prostíbulo de Europa”, pues es el país de la Unión Europea donde más se acude al sexo pago, donde hay alrededor de 3.600 prostíbulos y donde la prostitución mueve unos 18.000 millones de euros al año.
A pesar de esta realidad, el ejercicio de la prostitución se da en todos los rincones del país, y en algunos de ellos a la vista de todos. De día y de noche. Llueve o truene.