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El caso del Hogar Santa Ana es un ejemplo de las instituciones para adultos mayores dependientes del Estado. Allí trabajan 24 personas que se encargan de que todo funcione para que 30 abuelos, entre hombres y mujeres, tengan una mejor calidad de vida.
Susana Arias es la jefa del hogar. Ella también le abrió las puertas a El Tribuno, para mostrar cómo es el trabajo de esta institución que depende del Ejecutivo municipal. Allí viven abuelos que tienen distintas patologías. Hay personas sordomudas, autistas, con demencia senil y con otro tipo de discapacidades. “Muchos de los abuelos de este hogar llegan arruinados por el juego y la bebida, que hicieron que pierdan a sus familias. Vienen de realidades muy tristes, pero aquí hallan un lugar para pasar el resto de sus días”, dijo Arias.
“Las necesidades que nosotros observamos desde el hogar no tienen que ver con alimento ni con cuestiones materiales del edificio, nada de eso. Quizás las mayores necesidades tengan que ver con el abandono que sufren por parte de sus familiares en esta etapa de su vida, en la que tienden a deprimirse”, dijo Arias. Para eso hay un equipo de profesionales que trabajan en pos de la contención emocional.