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Los hechos de inseguridad ocurridos en nuestro pueblo de Cafayate en los últimos meses nos llenan de consternación y tristeza. Para quienes estamos acostumbrados a vivir en un pueblo de amigos, caracterizado por su paz, hospitalidad y vida de familia, estos acontecimientos aberrantes nos sorprenden, nos duelen, los sentimos como un agravio a nuestra tierra y nos llenan de impotencia. Cafayate sigue siendo uno de esos lugares en el mundo donde el tiempo parece haberse detenido, donde a las noches de tertulia y guitarreada les sucede el sueño gratificante de lunas cristalinas, puertas sin llaves y ventanas abiertas. Así vivimos y así seguiremos viviendo cuando pase el relámpago escandaloso de la noticia. El Señor y la Virgen del Milagro saben que es así, como lo saben los cientos de miles de turistas que nos visitan año tras año. Percibimos, sin embargo, que se han tornado habituales las difamaciones de vastos sectores de la prensa nacional al hablar de nuestro pueblo, con un desmedido afán de informar sobre lo que no se sabe ni se conoce. La misma intención tienen aquellos, cuando hacen referencia a la seguridad de nuestra provincia, descalificándola como destino turístico de jerarquía. ¿Es acaso que vernos crecer les molesta? Es cierto que desde la comunidad y los organismos públicos debemos seguir trabajando para hacer de nuestra sociedad un lugar mejor para vivir. Aunque también es cierto que la defensa de nuestra Salta, de nuestro Cafayate, es el presupuesto necesario para que ello sea posible. Informemos con responsabilidad y defendamos lo nuestro.
Ariel Barroso, Germán Voss,
Jesús Striscich, Enrique Balderrama
Cafayate