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El próximo julio Isidro podría haber cumplido dos años. Pero su corta vida estuvo signada por la tragedia desde que nació. Su llegada al mundo se vio obligada cuando su mamá, Carolina Píparo, fue asaltada en 2010 a la salida de una sucursal del banco Santander en La Plata. Estaba embarazada, pero los asaltantes no dudaron en dispararle. Fue operada de urgencia ya que la descompensación que sufrió obligó a los médicos a realizarle una cesárea para salvar al bebé. Isidro murió una semana después del ataque a su mamá por un paro cardiorrespiratorio. Ayer la familia de Carolina Píparo fue víctima de otro ataque violento: robaron en su departamento.
“Hay que atacar a la inseguridad porque en esta provincia no se puede vivir más así”, declaró Píparo.
“No sé qué esperamos como sociedad para reaccionar; nosotros vivimos presos, encerrados en nuestras casas y los delincuentes se manejan con total libertad”, protestó la mujer. Visiblemente enojada, Píparo pidió “que empecemos a hablar de los derechos humanos de los ciudadanos, de los de mi hijo Isidro. No quiero que esta gente (por los asaltantes) camine por la misma calle que mi hija”. Píparo tuvo una pequeña a fines de 2011.
Ladrones robaron el sábado electrodomésticos y objetos de valor de dos departamentos del edificio ubicado en la esquina de las calles 14 y 48, en la zona céntrica de La Plata, uno de ellos propiedad de Carolina Píparo.
La mujer precisó que actualmente no vive en ese departamento, sino en una casa que alquila con el trabajo de su marido, para que vivan seguros.
De todos modos, confió, que es un departamento que lo iba a acondicionar próximamente y expresó que tuvo buena suerte porque el sábado a la mañana había pasado con su hija por ahí y a la tarde fue el asalto.
“Al departamento lo destruyeron y a la señora de al lado le robaron. No eran delincuentes que pasaron de casualidad, eran delincuentes que dejaron balas y un arma de fuego al escapar”, denunció.
Píparo se preguntó: “¿Qué esperamos, que muera alguien en un edificio para reaccionar? Si hay que poner un policía en el edificio que se ponga porque los problemas estructurales de esta provincia son terribles”.
Consideró, además, que la delincuencia “no es un problema de clases sociales ni de falta de oportunidades. En las indagatorias ninguno de los asesinos de mi hijo dijo que tenía hambre o que no tenía trabajo”.
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