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Susto, nervios e incertidumbre. Los pobladores de la localidad de Profesor Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia, vivieron una jornada de pánico a raíz de una fuga de gas que llegó a cubrir un radio de más de 10 kilómetros. Decenas de vecinos, 32 alumnos y docentes de la Escuela de Frontera 6 abarrotaron los pasillos y consultorios del hospital, donde bomberos, policías, médicos y enfermeras desplegaron un operativo nunca visto en el pueblo norteño .
El gas comenzó a sentirse cerca de las 10.30. A una cuadra de la escuela y a 300 metros de la frontera con la localidad boliviana de San José de Pocitos, los vecinos salieron a la vereda y se preguntaban entre ellos de dónde salía el olor.
Pocos minutos pasaron y en la escuela comenzaron a descomponerse alumnos y docentes. La directora, Yolanda Kappa, envió a personal del establecimiento a las radios y canales de televisión para que pidieran a los padres que fueran a buscar a los 600 alumnos que asisten en doble jornada.
Personal de Defensa Civil, bomberos, policías y las dos ambulancias del hospital de Salvador Mazza llegaron a la escuela para atender a los afectados.
Hubo desmayos, adultos y chicos con vómitos, con los ojos muy irritados y que casi no podían caminar. Treinta y dos alumnos fueron llevados al hospital; diez de ellos debieron recibir oxígeno. La escuela fue evacuada en menos de una hora.
En el hospital hubo un trajín. Al único médico de guardia se le sumaron otros que dejaron los consultorios para atender a los que llegaban. Las enfermeras de la mañana extendieron su horario y luego se sumaron las del turno tarde. Los bomberos, policías y personal de Defensa Civil iban a venían llevando gente. Los familiares llegaban para ver a sus hijos, esposas y madres, víctimas de un escape de gas nunca visto en el pueblo.
No pasó ni una hora y el gas ya había llegado a la zona del paraje Tobantirenda, ubicado a unos 12 kilómetros de Salvador Mazza.
Origen incierto
Nadie sabía de dónde surgían la insoportable emanación. En la escuela lo primero que pensaron fue que una máquina vial que pavimentaba una calle aledaña había roto algún caño de gas. El inspector de la obra paró el trabajo apenas percibió el intenso olor, pero tras revisar la zona no detectó ningún problema. En la plaza central también se paró una obra, pero el resultado fue el mismo.
Comenzó a correr el rumor de que la fuga podría surgir de la planta de Refinor que está a pocas cuadras de la escuela. El jefe de seguridad de la petrolera, Esteban Lowinger, dispuso una inspección al lugar y no detectaron ninguna anormalidad.
Autoridades de Defensa Civil y de la empresa Gasnor recorrieron distintos puntos del pueblo, siempre buscando el origen del escape de gas.
Poco después del mediodía y luego de descartar todas las hipótesis en el pueblo, autoridades y técnicos de la petrolera y de la distribuidora de gas comenzaron a sospechar de que podría tratarse de un accidente en la planta fraccionadora de gas de Yacimientos Petrolíferos Bolivianos (YPB). Las instalaciones están a menos de un kilómetro, en línea recta, de la escuela y a menos de 500 metros del límite internacional.
Desde entonces no hubo más información oficial sobre la búsqueda del lugar donde se produjo la pérdida de gas. Según versiones que corrieron por el pueblo, un equipo de técnicos de Gasnor cruzó la frontera y se dirigió a la fraccionadora de YPB. Nada se dijo de ese operativo; sólo se supo que hoy la empresa daría un informe sobre lo ocurrido.
Cuando la noche llegó al pueblo, los chicos que habían sido internados ya estaban en sus hogares. Nadie sentía olor a gas en las calles, ni dentro de sus casas. La tranquilidad había vuelto a este pueblo fronterizo, aunque los pobladores quedaron con esa sensación de intenso cansancio que dejan los días de miedo y tensión.