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Días pasados se realizó una jornada sobre cómo implementar la educación sexual. Grato fue saber que se sublevaron muchos docentes, que reivindicaban el derecho de la familia a dar dicha enseñanza.
Vayan en su homenaje, algunas reflexiones.
“El capitalismo y los legisladores modernos hacen la guerra a la familia por la misma razón que les impulsó a hacer la guerra a las asociaciones obreras. Un profundo y exacto instinto les ha señalado el hogar doméstico como el obstáculo de mayor monta opuesto a su inhumano progreso. Sin la familia estamos desvalidos ante el Estado. Quieren que seamos individuos, es decir átomos” (Chesterton).
En gobiernos que ignoran históricamente la dimensión moral y religiosa de los estudiantes, el tema de educación sexual se agota en el interés de evitar embarazos y la transmisión de enfermedades venéreas. Amén del placer inocultable de exhibir su poder en todos los ámbitos (Gran Hermano).
La sexualidad en la especie humana excede la cuestión biológica para ser un tema menor en el universo moral de las personas. Si analizamos nuestra propia niñez y adolescencia comparada con la actual, vemos que hoy están mucho peor.
Nosotros primero recibimos de nuestras familias educación moral y formación para ser personas.
Aprendimos a respetarnos y a respetar.
Educación sexual sin ser formados como personas, sin un baño profundo de humanidad familiar, equivale a enseñar a miles de jóvenes disfuncionales el uso de armas de fuego.
La familia es la célula básica de la sociedad, oíamos en el pasado.
Hoy es un verdadero zoológico creado por malos gobiernos.
¿Hay que resignarse o luchar para que se vayan todos?
Hugo Tellechea
Rosario de Lerma