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Tan seguro como desafiante, el titular de la CGT volvió a la carga contra la administración “K”y acusó al gobierno de Cristina Fernández de querer “avanzar sobre el derecho de los trabajadores”, pero aseguró que “no tenemos miedo”. Lo hizo durante el almuerzo que compartió ayer en el complejo recreativo de los textiles en el partido bonaerense de Ezeiza con los representantes de 130 gremios afines a los camioneros. Hugo Moyano aseguró que “quieren avanzar sobre el derecho de los trabajadores, pero nosotros no somos tontos, cuando tengamos que poner lo que nos sobra lo vamos a poner”.
“No tenemos miedo, no nos van a correr con la vaina. No le tengo miedo a nadie, solo a Dios”, advirtió.
De esta manera, el camionero consideró que tiene “la mayoría de delegados” para imponer la reelección al frente de la central obrera, que se realizará el próximo 12 de junio.
En la misma línea, los titulares de los sindicatos de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid y Omar Plaini, de Canillitas, aseguraron que el oficialismo posee los delegados necesarios para lograr la reelección del actual secretario genera de la CGT.
“El apoyo más fuerte que tiene Moyano es el de los propios trabajadores”, subrayó Plaini a la prensa antes de ingresar a la reunión.
Asimismo, y también antes del cónclave, el titular de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), Gerónimo Venegas, había afirmado que, “a falta de una oposición, deberá ser la CGT la que asuma un rol protagónico” y alertó que “la Argentina quedará como Kosovo, con un cráter detrás del otro” cuando culmine la gestión de Cristina.
“La mayoría de los gremios vamos a estar en una sola CGT”, concluyó.
Pero en la vereda de enfrente, y alineado al kirchnerismo, el titular de los metalúrgicos y adjunto de la CGT, Antonio Caló, acusó a su “jefe sindical” de manejar la central sindical como si fuera “un patrón” y, a diferencia del camionero, tiene “una visión más justa del modelo económico”. De todos modos, aclaró “que el gobierno me vea rubio y de ojos celestes, a mí no me mueve el amperímetro”, pero “si tengo que sentarme con él a tomar un café, me siento. Es un buen compañero”.