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Resido desde hace más de una década en villa Luján, a escasos cien metros de la parroquia ubicada en Pedernera al 1.200, en la que todos los años se reza la novena en honor de la Virgen de Luján, que comenzó el viernes, lo que constituye un grato acontecimiento para la mayoría de los vecinos del lugar. Lamentablemente, el cura párroco da por sentado que propalar mediante altoparlantes, funcionando a su máximo volumen, los pormenores de los diarios oficios religiosos (sermones varios, música, cánticos, anuncios, etcétera) ayuda a la difusión de la fe.
Y no es así, pues lo único que consigue es invadir la intimidad de las personas, creyentes o no creyentes, además de contaminar acústicamente toda la zona. Durante más de dos horas, de 20 a pasadas las 22, muchos vecinos de la villa deben cerrar puertas y ventanas, y sellar todas las hendijas de sus respectivos hogares en los que sostener una conversación familiar, leer o trabajar, les es imposible por el ruido foráneo que los invade. Cuando se rezan, por ejemplo, las novenas de la Virgen del Rosario, en la iglesia de San Alfonso, o la del Señor y la Virgen del Milagro, en la catedral, no se dan estas demasías. Cabe esperar que las autoridades eclesiásticas hagan reflexionar al párroco de villa Luján y traten de inculcarle respeto y tolerancia por fieles e “infieles”.
Luis César Andolfi
Villa Luján