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Alicia Dujovne Ortiz: ?América Latina es un modelo para Europa?

Domingo, 10 de junio de 2012 21:50
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Escritora y periodista argentina, Alicia Dujovne Ortiz, vive en París. Acaba de editar el libro “Un corazón tan recio”, una autobiografía ficticia de Santa Teresa de Avila, una de las figuras cumbres del catolicismo español del siglo XVI, en el cual recupera una historia que fue tapada por la Iglesia durante quinientos años. En diálogo con El Tribuno, la autora habló de su novela, resultado de una exhaustiva investigación y una prosa llena de humor y sensualidad en la cual la escritora pinta una sociedad signada por la intolerancia, el racismo y las depuraciones étnicas mientras traza el retrato de una mujer extraordinaria a la que define como una rebelde, una feminista antes de hora.

Su última novela denota un interés por la mística...

A mí me interesa desde muy jovencita el tema de la mística y hago una diferencia entre mística y religión. La segunda es la religión oficial, el dogma y la primera se desarrolla al margen. A veces los místicos son canonizados y otras son quemados, considerados heréticos. Le llamo mística a una experiencia muy concreta que, como la propia Teresa decía “el cuerpo interviene un poco y aún harto”. Es una experiencia que, de alguna manera, todo adolescente alguna vez ha sentido, muy gozosa de comunicación con el universo, de gran felicidad. Se le puede poner signo religioso o no. Algo de eso debo haber sentido yo de jovencita para que me pusiera -hija de comunistas como soy- a leer a los poetas místicos que además, son maravillosamente hermosos.

Entonces, por una parte, el interés por el fenómeno místico, no religioso. Por otro, la historia misma de Teresa, que empecé a leer en mi adolescencia.

¿Cuál es la riqueza de Teresa de Avila como personaje?

El tema de la identidad dividida o fragmentaria me interesa mucho. Todos mis personajes pertenecen a dos países, a dos culturas, a dos orígenes. Yo misma tengo una doble identidad que es exactamente la misma de Teresa: mi padre era judío y mi madre de familia cristiana. Eso que entiendo bien, que es no pertenecer plenamente a nada, ser un poquito de cada cosa con todo lo que eso significa de riqueza y de dolor, lo entiendo bien. Ella es un personaje novelesco, porque es una mujer graciosa, pícara, astuta, gozadora de los sabores divinos. Es un placer extremo donde se unen el gozo y el dolor. Cuando ella le explicaba a sus confesores y a los inquisidores lo que le sucedía, les decía: “Es un regio martirio sabroso”, cosa tremendamente fuerte en cualquier época. Ella lo decía en un mundo de hombres que simplemente sostenían el dogma, pero que se aterraban frente a esta explosión de pasión femenina. Está el tema de la experiencia mística, Teresa como personaje de mujer plena que es monja y es plenamente mujer (medio judía y medio cristiana por su familia) y como otro elemento, el feminismo antes de hora. Ella entró al convento para encontrar un espacio de libertad. Si ella hubiera podido elegir, si hubiera sido varón, hubiese venido a América junto con los conquistadores. Lo que ella no quería era el destino de las mujeres de su época: que las casaban y tenían hijos hasta morir, que fue el caso de su madre. Ella huyó de eso, era una mujer rebelde, una feminista antes de hora.

Está viviendo en la afueras de París, ¿cómo ve a la Argentina de hoy?

Estoy a dos horas de París y no hay solo una diferencia de kilómetros sino de tiempo, parece que hubiera pasado a otro siglo, porque elegí una vieja casita, con una chimenea. Estoy ahí desde hace un año, es el sueño de mi vida y estoy muy bien. ¿Cómo veo esto? Me aterra el movimiento, la velocidad, pero al mismo tiempo vuelvo periódicamente aquí. Porque hay un tema que me remueve mucho. El año pasado publiqué “Quién mató a Diego Duarte. Crónicas de la basura”, que es un recorrido por el circuito de la basura en José León Suárez, basado en la historia de un chico, Diego Duarte, asesinado por orden de la Policía. Gracias a que pude meterme con ellos, con dirigentes, con un líder cartonero que se llama Ernesto Pared, pude conocer lugares en los que muy poca gente ha puesto el pie, salvo los cartoneros mismos.

¿Quiere decir que se vincula con Buenos Aires y la Argentina a partir de conocer una realidad a la que pocos acceden desde adentro?

Gracias a eso tengo abierta la posibilidad de seguir y ahora voy a empezar un libro sobre construcciones subterráneas (así las llama Ernesto Pared) del conurbano, que son asociaciones, cooperativas, grupos de gente que se reúne para sobrevivir. La relación con esa gente, los cartoneros y todos estos proyectos de sobrevida extraordinariamente fuertes y creativos, es lo más importante que me ha pasado y es lo que me liga más profundamente a mí país. Mucho más que esta clase media que vive al lado de la miseria sin verla, sin rozarla, como si el cartonero fuera invisible. Yo tengo el privilegio de ser amiga de muchos de ellos y para mí es un privilegio haber sido aceptada y que me hayan dado su confianza.

Yo estoy en el campo, en una casita barata a dos horas de París y lo he elegido porque tengo en París a una hija, nietas y bisnietas, entonces los veo todo el tiempo. No estoy en el campo por egoísmo. Es una soledad necesaria para mí como escritora porque soy una gran trabajadora. Me gusta la gente, pero también me gusta encerrarme a escribir y no he abandonado en absoluto la relación con el dolor de mi país.

¿Cómo ve la actualidad latinoamericana?

Es evidente que hay una gran renovación. A mí me interesa mucho Evo Morales, lo mismo que Correa en Ecuador. Globalmente estoy muy feliz de que exista este nuevo bloque latinoamericano que, por otra parte, se está convirtiendo en un modelo para Europa. Frente a la crisis europea. Jean-Luc Mélenchon, el dirigente político del frente de izquierda que está a la izquierda del presidente de Francia (Fran‡ois) Hollande, dice permanentemente que él se inspira en las revoluciones latinoamericanas.

¿Es decir que la revolución no es un sueño eterno?

No es un sueño eterno, lo que pasa es que hay algo en estas revoluciones que podría llegar a preocuparme. En el momento en que me doy cuenta de que estas revoluciones crean un maniqueísmo en el que o estás en contra o estás a favor, y que las posiciones intermedias no son posibles y que no se puede expresar un pensamiento crítico, positivo, pero crítico, ahí me empiezo a preocupar. Me gustaría poder conservar mi independencia. Soy una persona que globalmente apoya esto extraordinario que está sucediendo, quisiera poder ser una persona que también critica lo criticable.

Los datos

“El tema de la identidad dividida o fragmentaria me interesa mucho. Todos mis personajes pertenecen a dos países, a dos culturas, a dos orígenes”.

Dujovne Ortiz publicó libros de poesía, narrativa y las biografías: “María Elena Walsh” (1982), “Maradona soy yo” (1993) y “Eva Perón” (1995).

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