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Mientras Boca asciende en el ranking de equipos mundiales, Vélez se mantiene en el privilegiado pedestal de los “top ten” y los tenistas transitan con suerte dispar en los más variados césped ecuménicos, los argentinos seguimos sin hacer pie, en una batalla contra el dólar, que se reditúa de vez en cuando en las voces de distintos protagonistas. Sea en polvo de ladrillo, en material sintético, el “verde” sigue siendo el deporte preferido de los argentinos, aunque convertido en una especie de fuego de artificio, que distrae de otro tema, más complicado y que golpea duramente desde hace meses a la economía: la inflación.
“No habría que pesificar, habría que dolarizar, porque a pesar del precio y de los controles de la AFIP, la gente sigue buscando al dólar. Bajan las compras, pero las ventas siguen en cuentagotas en el mercado paralelo”, decía un cambista que desafiando la coyuntura, detrás de un pilar, parecía decir: “Arbolitos eran los de antes”.
Inflación, dólar y el “fantasma” de la competitividad son un peligroso cóctel en cualquier economía, más en las circunstancias actuales.
La semana pasada se conoció una nueva edición del ranking de competitividad, elaborado por una Universidad Suiza muy prestigiosa, que mide la capacidad de las economías para generar riquezas y recursos, una especie de Indec, pero con standards de calidad, capaces de superar cualquier prueba crítica.
En la Argentina, pasó casi desapercibido, pero los indicadores de este importante foro, siguen ofreciendo datos preocupantes, por las variables que considera en la evaluación. El anuario de Competitividad Mundial de la escuela de negocios del Institute Management Development (IMD), ubica a Argentina en el puesto 55 del ranking, por debajo de Colombia, que ocupa el lugar 52, entre las más ineficientes en esos rubros, junto a Venezuela. Simplificando, Argentina está dentro del Top 5 de las economías menos competitivas, casi al lado de Venezuela que ocupa el lugar 57.
La Argentina retrocedió del 54 al 55 lugar, destacando que el más competitivo es Hong Kong y le siguen Estados Unidos y Suiza.
En América latina, el único país que está peor que la Argentina es Venezuela. Aunque descendió, Chile, en el 28 lugar, es el mejor posicionado.
El ranking utiliza 329 criterios agrupados en cuatro factores de competitividad: desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia empresarial e infraestructura. La caída de la Argentina es reflejo del descenso en infraestructura (bajó del puesto 45 al 46) y una disminución en desempeño económico, del 39 al 50 lugar. La eficiencia gubernamental permanece constante, casi en el último puesto, mientras que la empresarial aumentó de 51 al 50.
En “eficiencia gubernamental”, el país recibe mala nota en “actividades aduaneras” (59); “subsidios” (58), “política del Banco Central” (58) y “Seguridad personal y manejo de la propiedad privada” (58). Entre las fortalezas están la deuda y el superávit fiscal.
El país, podría salir más fácil de los problemas, aprovechando también otras bondades, el ejemplo más concreto son los ingresos por la soja, pero insiste en soslayar los errores. En ese escenario, sus dirigentes salen a decir que todo está bien, sin prever que los problemas, a veces, se mueven mucho más rápido de lo que después llegan las soluciones.
El economista Paul Samuelson solía decir: “En economía se puede hacer cualquier cosa, pero luego hay que pagar las consecuencias”.
Mientras tanto nadie le explica a doña Rosa qué significa la competitividad, ni tampoco porque no puede comprar dólares. Haciendo referencia al tango “Dónde hay un mango, viejo Gómez”, podría decirse: “Dónde hay un dólar doña Mercedes”, ya que usted dijo que el Banco Central tenía espaldas para sostener al dólar.