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Mala atención en un hospital privado

Jueves, 12 de julio de 2012 21:07
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Apelo a este medio para hacer público mi repudio al equipo médico de la sala de Terapia Intensiva y al personal administrativo del hospital Privado de la calle Urquiza al 900. El mes pasado, luego de una prolongada enfermedad, mi padre falleció. Luego del momento de

su deceso, un joven médico -al parecer residente-, con una actitud apática trataba con palabras vacilantes de explicarnos el deceso de nuestro difunto padre. Yo me encontraba junto con mi hermana y mi madre. El facultativo a cargo de dicha sala optó por una actitud evasiva, disponiendo la entrega del fallecido en una forma muy brusca, como si se tratara de un bulto de abasto, lo cual aumentó nuestra congoja.

No hubo palabras de condolencia, o una actitud de pesar. Al momento dejamos librada tal actitud a la prevalencia de Dios, juez supremo de justicia.

Días pasados mi hermana fue a requerir algunos medicamentos para atenuar nuestra delicada economía, pero fue tratada irrespetuosamente por la doctora Arnedo, muy molesta por su presencia. Ante esta actitud fue a reclamar a la administración por los remedios más la información del deceso, pero recibió igual trato por parte de la Sra. Silvia y el Sr. Federico, mostrando una postura indiferente, reacia a brindar dicha información.

Ahora me pregunto, ¿las empresas privadas no están obligadas a brindar un buen servicio? ¿O es simplemente un mito de la creencia popular?

La contrapartida de estas clínicas son los hospitales públicos, menos concentrados en el lucro que en la recuperación de sus pacientes. Los privados, por ejemplo, apelan a la venta de elementos descartables a elevados precios, cuando en cualquier farmacia valen la mitad, o abusan de la receta mal confeccionada, que acarrean idas y venidas.

Como un asiduo lector de este diario, pude leer la feliz experiencia de otros pacientes tratados en otras clínicas profesionales que honran su profesión. Lamentablemente nos tocaron médicos indolentes e insensibles, apáticos, que no practican el juramento hipocrático, y empleados engreídos e indiferentes.

Me permito exhortar al director del hospital privado a que demande a sus profesionales y administrativos que actúen con más humanidad o, al menos, sean útiles en circunstancias de dolor. “La medicina sin humanismo médico no merece ser ejercida”.

Ramón Flores
Ciudad

 

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