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Mi padre tiene la desgracia de haber entrado al túnel de la eterna espera para la muerte que es el PAMI. Sufre un estado de anemia aguda, tiene 79 años y es indignante que tenga que peregrinar primero por el médico de cabecera, que lo deriva al especialista, que le envía a realizarse exámenes varios para los que tiene que sacar turno. Y para todo pasaron dos meses, que antes de saber el porqué de la anemia tiene que hacerse transfusiones de sangre que le duran dos meses y vuelta a empezar. Un hombre que aportó toda su vida, que tiene comprometida su movilidad y por su estado de debilidad tiene que hacer todo casi solo, por que vive solo ya que sus hijos estamos todos casados y mi madre murió. Lo peor de todo es que ni noticias del PAMI, de lo mal que funciona la atención de nuestros viejos. Nadie los escucha, los tratan mal, pero sobre todo falta eficiencia, faltan recursos. ¿Dónde están los recursos? Un anciano es un paciente de riesgo. El Estado debe obligadamente dar rapidez a la atención y centralizar los turnos, atendiendo domiciliariamente.
Ceferino Sebastián Fernández
Buenos Aires