inicia sesión o regístrate.
Numerosos son los hispanos que se acercan a Oslo con poco dinero y muchas esperanzas. Emigran porque les dicen que en Noruega “se vive muy bien”, pero se encuentran con que "el costo es demasiado alto y como no hablan el idioma, es difícil encontrar trabajo”, dice Marilú Rodríguez, una peruana con nacionalidad española, que se trasladó desde Barcelona buscando un futuro mejor, para ella, sus tres hijos y una nieta. “Me dijeron que se ganaba muy bien aquí, pero cuando llegás el panorama es otro”, cuenta. Lo que la manitene firme en su decisión es la ilusión de que sus hijos puedan tener una educación gratuita que “en España es imposible”, continúa.
La mayoría de los hispanos que llegan a Noruega se alimentan en comedores subsidiados o deciden entrar al mercado negro laboral, en el que trabajan más de lo legal y también ganan menos de lo que dice la ley. Por unos US$1.200 trabajan los siete días de la semana mañana, tarde y noche.
Henrriette Munkebwe, del Ministerio del Trabajo, asegura que no es que se les niegue oportunidades a la gente, sino que “Noruega es un país costoso”.
El idioma es la principal barrera, para trabajar tienen que dominar, por lo menos, el inglés.
Cáritas juega un papel fundamental
En las oficinas de Cáritas les ofrecen clases gratuitas de noruego. También se los asesora sobre a dónde tienen que dirigirse para legalizarse, les ayudan a encontrar empleo y vivienda y los asesoran sobre sus posibilidades reales de establecerse.
Isabel Hillestad, de Cáritas. dice, “cada día llegan más pensando que esto es un paraíso, llegan sin una perspectiva real de sus posibilidades y eso implica más gente sin techo y sin trabajo”.
Cáritas reporta que una de cada seis personas del total de asistidos se ve obligada a dormir a la intemperie, en bosques o islas cercanas y se sabe que "hasta 30 personas pueden dormir en un departamento, en el que pagando una suma mensual tienen derecho a un colchón que comparten por turnos".
El temor que se está generalizando de parte de las autoridades es que se radicalice el mercado negro.
Para los latinoamericanos que llegan con trabajo asegurado, el panorama es muy distinto.
Tal es el caso de José Luis Rojas, venezolano, de profesión sushi-chef, que llegó contratado desde Madrid para cocinar en un restaurante de Oslo. Vive con su esposa, española, su hijo y mascota en un departamento alquilado. Como este hay varios casos, pero no son la generalidad.
La oficina de Inmigración de Noruega arroja que para el primer trimestre de 2012, de los 3.392 permisos de trabajo otorgados a extranjeros de fuera de la Unión Europea, poco menos de 100 fueron otorgados a latinoamericanos. Sin embargo, todos tienen claro que la tarea “no es fácil”