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La mayor de las “chancles” es por estos días una princesa. La Nancy Anka adolescente que saltó a la fama en “Grande, pa”, uno de los programas más taquilleros de la televisión de los 90, es, a los 41 años, la figura principal del musical infantil “La Bella y la Bestia”, que se presentará mañana en Salta. La actriz subirá a escena, acompañada por Gustavo Jodurcha (ex “Gran Hermano”), mañanan, a las 16, en la Casa de la Cultura (Caseros 460).
La clásica historia de amor entre la joven Bella (Anka) y un hostil príncipe encantado (Jodurcha), convertido en bestia por un embrujo que lo hechizó a él y a todos los que habitaban en su castillo, se convierte en esta versión dirigida por Jenniffer Pradal, en una producción musical de gran dinamismo, ideal -por ejemplo- para una primera incursión de los chicos en el teatro.
Tengo entendido que llevás varios años trabajando con esta compañía de teatro infantil...
Sí, trabajo con esta misma productora desde hace 13 años, y hace 6 que venimos reponiendo todas las temporadas “La Bella y la Bestia”. La experiencia es hermosa, porque estás todo el tiempo aprendiendo, creciendo y desarrollándote en lo artístico y en lo personal. En todos estos años, esta producción se dedicó a hacer infantiles pero también a sacarlos de gira. Así que estamos viajando todo el tiempo y vinculándonos con distintos tipos de público, porque la gente de cada ciudad tiene su forma de ser.
¿Qué le sumó a este clásico de Disney, que muchos chicos ya conocen del cine, el hecho de haberla llevado al formato de musical?
“La Bella y la Bestia” original, de Broadway, es un musical, pero es verdad que la versión más conocida es la del cine. En el caso de los chicos, el dinamismo que la música le aporta es fundamental. A ellos tenés que estar captándoles la atención contantemente, no es como el adulto que se banca una hora de función. A los chicos hay que entretenerlos todo el tiempo y el hecho de que la obra tenga cuadros musicales la hace más llevadera.
¿Por qué creés que esta historia de “La Bella y la Bestia” se retroalimenta con el tiempo, en vez de desgastarse?
Porque es una obra que habla de valores y, justamente, a medida que va pasando el tiempo, socialmente vamos perdiendo muchos de esos principios. Esta historia no habla solo del amor, sino de valores que triunfan alrededor de ese amor. Ha trascendido y sigue teniendo vigencia por eso: porque alimenta valores.
¿Ibas al teatro de chica?
Sí, afortunadamente, mi mamá y mi papá son personas que siempre estuvieron muy ligadas al arte. Les gusta el cine, el teatro, la música... Desde ese lugar estuve muy estimulada por ellos. Cuando tenía 12 o 13 años, mi mamá cantaba en Radio Nacional. Después estudió piano, fue profesora, aunque su sueño era ser concertista.
¿Y qué le dirías a los papás que todavía no les hicieron vivir a sus hijos la experiencia de ir a ver una obra de teatro?
Creo que lo primero que le diría al adulto es que él vaya al teatro, para que así descubra la magia de sentarse en la platea y descubrir un texto puesto en acción. A partir de que el adulto empieza a tener vínculo con el teatro o con el arte, puede influenciar a sus hijos o amplificar sus gustos.
¿Extrañás la televisión?
Sí, un poco, pero como cada tanto hago algo, podríamos decir que despunto el vicio. La verdad es que ahora estoy muy dedicada al teatro, y sobre todo al infantil. El otro día pensaba eso: cuántas propuestas teatrales que tengo. Me gusta sentir que soy una actriz de teatro que de vez en cuando hace TV, y que no sea al revés. No porque un espacio sea mejor que el otro, o tenga más prestigio que el otro, sino porque la dinámica del teatro es totalmente distinta a la de la tele.
¿Y qué fue lo mejor y lo más difícil de ser parte de un éxito como “Grande, pa”? Debe haber tenido sus pro y sus contra...
Los contra que tuvo se dieron en ese mismo momento y tuvieron que ver con que yo era adolescente en ese momento y, como todo adolescente, no quería que supieran qué estaba haciendo yo de mi vida. Pero preservar esa intimidad fue difícil. Después, todo fue beneficio, porque gracias a “Grande, pa” y a ese momento laboral, a mí las puertas se me abrieron para, por ejemplo, estar hoy recorriendo el país y llegando a la gente. Eso para mí es una gran fortuna.