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Emiliano Nicolai es uno de los tantos sobrevivientes de una historia dramática, la misma que padecieron en el país cientos de chicos, hijos de desaparecidos. A los cuatro años se quedó sin sus padres, Francisco Nicolai y Evangelina Botta, ambos militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Pudo haber sido uno de los tantos niños expropiados durante la última dictadura militar, pero gracias a la valentía de los amigos de sus progenitores pudo ser puesto a salvo. Durante meses deambuló por distintos hogares en Salta y Santiago del Estero hasta que finalmente fue entregado a su abuela materna en Rosario, Santa Fe.
Emiliano estuvo el viernes pasado en el paraje Palomitas, donde hace 36 años fueron fusilados doce presos políticos, entre los que se encontraba su madre, cuyo cuerpo no pudo localizado entre las víctimas de la masacre.
¿Qué sintió al participar por primera vez del homenaje a las víctimas de Palomitas?
La verdad ha sido muy fuerte, sobre todo por la posibilidad que tuve de contactarme con las personas que han conocido a mi madre y con los hijos de quienes fueron asesinados en este lugar. Esto me sirve muchísimo porque me ayuda a conocer un poco más a esa gran mujer que fue Evagelina Botta. Yo trabajé como camionero durante ocho años y todas las veces que pasaba por este lugar me quedaba a meditar en soledad. Pero este fue el primer acto en el que participé y quise hacerlo con mi esposa y mi hijo Francisco. Sentí una profunda emoción.
¿Usted ha sido un sobreviviente de esta dramática historia?
Sí, creo que sí. En 1975 yo tenía cerca de cuatro años y estaba con mi padre en Ledesma, Jujuy. Mi madre lo decidió así porque sabía que en Salta, donde ella militaba, la estaban persiguiendo mucho y quiso ponerme a salvo. Lo mismo hizo con mi hermanita Melisa, quien quedó en poder de mi abuela Mercedes Catalina Botta, en Rosario. En julio de ese año hicieron desaparecer a mi padre y detuvieron mi madre en Salta.
¿Qué pasó a partir de ese momento?
Sé que a mí me rescató Dominga Alvarez Scurta, una maestra que después fue desaparecida. Esta mujer se contactó con Lucrecia Barquet y ella me trajo a Salta. De aquí me llevaron a La Banda, en Santiago del Estero, y me entregan al doctor Klofer; después quedé en poder de la familia Giribaldi, quienes eran amigos de mis padres. Luego de unos meses se contactaron con mi abuela Mercedes, quien me llevó a Rosario y ahí me reencontré con mi hermanita Melisa.
¿Pudo ver a su madre?
Por suerte pude verla. En ese tiempo ya tenía cuatro años y medio y mi abuela me trajo para que la visitara en la cárcel de Salta. Calculo que fue unos meses ante del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
¿Qué recuerda de ese encuentro?
Todo. Es el recuerdo más maravilloso que tengo. Recuerdo con cuanto amor me tomó en sus brazos. Para ella debe haber sido muy fuerte verme, porque cuando secuestraron a mi padre, le dijeron que a mí me habían asesinado. Si bien después mi abuela le hizo saber que estaba sano y salvo, ella quería verme y por eso me trajeron. Todavía tengo presente lo que pasó aquel día. Cuando entramos a la cárcel una celadora me tomó del brazo y me clavó las uñas porque yo me resistía a que me tomara de las manos.
¿Qué le dijo su madre?
No me puedo olvidar de la cara de felicidad que tenía. Lógicamente me mintió piadosamente diciendo que estaba de paso en ese lugar y que pronto iría a vernos. Nunca más la volví a ver, pero su imagen quedó grabada como una impronta dentro de mí.
¿Tiene alguna hipótesis acerca del lugar donde estarían sus restos?
Hay varias teorías. Se dice que pudo haber sido dinamitada en Palomitas y como su cuerpo se desintegró no pudo ser reconocida. También se sospecha que su cadáver pudo haber sido cremado o que la enterraron en una fosa común en el cementerio de Yala, en Jujuy, lugar donde se encontraron varios cadáveres de desaparecidos.
¿De su padre qué sabe?
Nada. El desapareció en julio de 1975 y hasta ahora nada sabemos de él.
¿Sus padres se radicaron en la zona por cuestiones políticas?
Si, ese fue el principal motivo. Ellos militaban en el Frente Revolucionario de los Trabajadores. Eran personas muy comprometidas con la cuestión social y ese trabajo lo realizaron con mucho compromiso en Salta y en Jujuy.
¿Qué le comentaron las personas que conocieron a su madre en Salta?
Tienen el mejor de los recuerdos. Me dijeron que tenía mucho humor y que en todo momento tenía dibujada una sonrisa en su rostro.
¿Cómo se siente después de haber participado del homenaje a las víctima de Palomitas?
Me siento más liberado. Era una deuda que tenía conmigo mismo. Me siento orgulloso de los padres que tuve y en todo momento reivindico la lucha que han emprendido. La vida no ha sido fácil para nosotros porque en la adolescencia murió mi abuela y nos quedamos totalmente solos, pero pudimos salir adelante.