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“Me ha costado mucho recuperarme física y psicológicamente. Me separé un tiempo de mi señora y ahora me altero con más facilidad que antes”, narró por su parte al diario El Mercurio, el minero y exfutbolista Franklin Lobos.
“Después de un año de viajes y la televisión, todos tuvimos que empezar a rascarnos con nuestras propias uñas. A casi todos les dieron el alta, y como no hay muchos ingresos, tuvimos que volver a la realidad”, dijo al mismo medio el minero Pablo Rojas.
Mario Sepúlveda, el más histriónico del grupo, vive hoy en Santiago. Es uno de los que más provecho ha sacado a su historia, dictando charlas en Chile y en el extranjero.