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El miércoles pasado a la noche, Pilar Merchak (50) regresó a su casa, en Curicó, después de comprar un par de valijas que le encargó Francisco Ramírez, su marido, para comenzar con los aprestos para un viaje familiar a México, que iniciarían este fin de semana.
Al ingresar a la vivienda, le llamó la atención el silencio, algo poco común en un hogar con tres adolescentes. “Los niños están durmiendo”, le dijo su esposo. “Aprovechemos para picar algo y tomarnos unos tragos juntos. Recuperemos lo de antes, vivamos una nueva vida, más tranquila”, agregó mientras introducía la mano en su bolsillo y sacaba una pequeña caja que le dio a Pilar. Ella la abrió y sonrió: era un anillo de diamantes. Educada, le agradeció el gesto y se fue a la cocina a preparar un cóctel que luego llevó al living. Comenzaron a comer y a conversar, cuando de repente el médico se volvió extrañamente violento, levantó el tono de voz y la increpó. El voltaje de la discusión continuó subiendo. Empujó a su mujer a la terraza, mientras la amenazaba. “Me voy a matar, ya vas a ver, me voy a matar”, gritaba mientras la zamarreaba.
Ella hizo fuerza y se libró de las manos de su marido violento, quien, sonriendo, extrajo una pistola de alto calibre, puso el cañón en su boca y se descerrajó un tiro.
Pilar, una exitosa contadora, no podía comprender lo que estaba ocurriendo, solo atinó a subir al primer piso de la casa a pedir ayuda a sus hijos, pero los encontró sangrando en el piso. Abatida, en medio de una crisis nerviosa, llamó a los Carabineros pidiendo auxilio, y estos llegaron de inmediato.
Ella fue trasladada de urgencia a una clínica privada, debido a una descompensación. Al día siguiente, se enteró de que sus hijos estaban muertos.
Un crimen planificado
Francisco Ramírez Alvarado (50), médico pediatra, había salido esa mañana desde El Zapallar, Curicó, y se fue a Santiago, la capital, 180 kilómetros más al norte. El viaje le llevó alrededor de dos horas por autopista. Visitó a sus padres, con quienes tenía una relación distante y les comentó que él, Pilar Merchak, su mujer, y sus tres hijos, José Miguel (17), Juan José (16) y Sebastián (13), viajarían a México a pasar unos días para “recomponer las cosas”. Después fue al centro y le compró a Pilar un anillo de diamantes, tras lo cual regresó a su hogar.
Estaba anocheciendo cuando le insistió a su mujer para que fuera a comprar unas valijas, mientras él se quedaba en la casa con los chicos...
Pilar accedió y el médico reunió a sus hijos en una pieza, los hizo arrodillar de espaldas a él, sacó el arma y les disparó dos tiros a cada uno.
Después del crimen, bajó al living y esperó la llegada de su mujer.
Chile está horrorizado.