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?Los dirigentes son hipócritas?

Lunes, 17 de septiembre de 2012 12:35
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El jefe de Policía de la Provincia, Marcelo Lami, en diálogo con El Tribuno, defendió el operativo a cargo del comisario Bernabé Alvarez, al que catalogó como “sin grietas”. Y confesó que no se procedió a repeler para evitar enfrentamientos que algunos hinchas “ya tenían planeado”

“No hubo grietas en el operativo. Acá el problema se desencadenó por una disputa entre la dirigencia y las hinchadas por el manejo de las entradas de favor. El presidente (Rubén González) realizó el sábado una denuncia en la que argumenta que dos personas anónimas lo amenazaron por un celular. Nosotros logramos identificar a los denunciados y estos no ingresaron a la cancha. Se usó un método persuasivo para convencer a los hinchas que se treparon al alambrado. Usar chorros de agua o gases no hubiese sido apropiado. Se detectó que en la tribuna buscaban que la policía intervenga para generar un desorden mayor. La hinchada estaba preparada para provocar un enfrentamiento con la policía y el mal iba a ser mayor. Por la seguridad del resto de las personas hubo orden de no repeler”, explicó el comisario.

Lami, a su vez, reconoció que la policía tenía conocimiento de que podía suceder lo que finalmente ocurrió, e informó que está interviniendo el juez de Instrucción Alvarado Solá a los fines de identificar y detener a las personas involucradas en amenazas, por lo cual señaló que lograron identificar a quienes amenazaron al titular antoniano, quienes todavía están siendo buscados.

Había toda una intención de un grupo de inadaptados de provocar una confrontación. Se van a tomar medidas judiciales, pero en la cancha no quisimos entrar en confrontación ya que podría haber sido mucho más grave”, reiteró el jefe policial, quien añadió que “en la hinchada manipulan a jóvenes, a quienes mandan a treparse al alambrado. Los hipócritas son los dirigentes del fútbol, quienes hacen un manejo arbitrario de las entradas de favor. Como no cedieron, la hinchada les pasó factura. Hacen una denuncia a último momento y esconden sus problemas internos culpando a la policía”.

Lami continuó su crítica hacia los dirigentes y la defensa a la injerencia policial al explicar: “Si poníamos a Infantería entre el alambrado y la hinchada era como decir "vamos a la pelea'. Pero no íbamos a entrar en ese juego. Priorizamos la seguridad y la integridad del público, aunque eso costó la suspensión del clásico”.

Así ganó la violencia
 
Los equipos ingresaron al campo de juego a las 16.43, saludaron a las tribunas, posaron para las fotos, se saludaron; pero el partido nunca comenzó por unos diez o quince hinchas del santo que se treparan al alambrado. Algunos, incluso, llegaron a cruzarse hasta el lado del campo de juego y, desde allí, amenazaron y comenzaron a ganar su partido.
El árbitro Federico Guaymás Tornero automáticamente suspendió el partido hasta que los inadaptados depusieran la actitud. No hubo caso. Pidieron por unos 300 simpatizantes que se quedaron afuera sin las típicas entradas de favor. Entraron en escena el jefe del operativo, comisario Bernabé Alvarez, y toda una comitiva. Pero esos diez o quince hinchas pudieron más que toda la Policía junta: 903 efectivos fueron afectados al operativo que falló, claramente, desde la prevención. 
El arquero de Juventud, Esteban De Rossi, y el capitán Germán Noce fueron a dialogar con los hinchas y estos fueron contundentes: “No nos bajamos hasta que entren los que están afuera”, palabra más, palabra menos. Esa fue la razón de la protesta, y de la suspensión. Los dirigentes de Juventud mantuvieron la postura de no pagar las entradas por esos hinchas. Los minutos pasaron y como el árbitro no recibió las garantías para iniciar el partido, decidió suspenderlo. Habían pasado 35 minutos desde la hora prevista para el arranque del juego.
Guaymás Tornero le comunicó a los capitanes que el partido no iba a continuar. Los jugadores se metieron al vestuario y los hinchas se bajaron del alambrado pero la decisión ya estaba tomada. Los violentos ya habían ganado su partido.
 
 

 

 

 

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