¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
15°
3 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Le decían Rip Kirby

Viernes, 11 de enero de 2013 20:51
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En el barrio le decían Rip Kirby. Pero era más “producido” que el personaje original del comic creado por Alex Raymond en la década del cuarenta. El “Rip Kirby” del barrio, más que imitador o émulo del elegante detective pergeñado por Raymond, estaba más en la línea de los detectives ideados por Raymond Chandler, Dashiell Hammett o James Hadley Chase, es decir los Sam Spade, Philip Marlowe o Nick Charles. Por lo menos fisonómicamente. Eso creo ahora, a lo lejos.

Templado o frío, seco o lluvioso, él, el muchacho de esta historia, al que llamaré Juan, usaba piloto y sombrero oscuro con las alas cubriéndole los ojos. Era alto y flaco, tenía lentes de aumento que, cuando estaba “en misión”, cambiaba por anteojos de vidrios oscuros.

Se lo veía, siempre al anochecer, o ya noche cerrada, rumbiar con paso cansino hacia destinos desconocidos. Algunos vecinos decían que lo habían visto en la esquina de Buenos Aires y avenida San Martín, frente a la precaria terminal de ómnibus, vigilando, con artificioso disimulo, el ascenso y descenso de pasajeros.

Otros contaban que, cerca de la medianoche, se cruzaron con él en la plaza 9 de Julio, ya casi desierta, tomando nota de los coches de plaza, muy escasos a esa hora, que eran ocupados por parejas. Y otros. Bien, la lista era de nunca acabar.

En el barrio se sabía que Juan, o para decirlo sin vueltas, Rip Kirby, vivía con una tía, en un chalet ubicado en el pasaje Mollinedo. Se sabía que era huérfano de padre y madre, y que la tía, viuda, se había hecho cargo de él a poco de morir aquellos.

La mamá del Pichón Paz, que era amiga y vecina de la tía y su sobrino (ya, a estas alturas, misterioso), solía tomar el té con doña Florencia Velarde los viernes en La Social. En una de esas ocasiones la Velarde, que era un as para conseguir respuestas, se enteró que el muchacho, que había terminado el secundario con “muy buenas notas”, no había tenido problemas hasta ese entonces. Supo que era “una monada de chico”, y gran lector, “demasiado dado a los libros”, había opinado la tía. Y supo que el sobrino había pedido, y obtenido, a la tía descansar un año antes de ir a la facultad. Y ahí comenzó todo. El chico se había dedicado, tiempo completo a leer e ir al cine. ÄMire, le habría contado la tía, yo me di cuenta tarde, cuando un día descubrí lo que leía.

Todas sus lecturas eran de aventuras y policiales: Sherlock Holmes, Rip Kirby, Rocambole, Agatha Christie, etcétera. ­Y no se cansaba de ver películas de ese Humphrey Bogart! ­Por supuesto que se olvidó de la facultad! ­Y así está ahora, pobrecito!

De vez en cuando Rip Kirby andaba por el barrio, para diversión de los changos que lo seguían a prudente distancia y le gritaban: --­Che, Rip Kirby, vigilala a la Honey Dorian que anda saliendo con Tarzán!

Los changos del barrio también leían El Tony.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD