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Saber probar un vino no es cuestión de palabras

Viernes, 29 de noviembre de 2013 01:45
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Mañana, se realiza en Cafayate una cata de los mejores vinos del Valle Calchaquí, organizado por los mismos profesionales del sector. No es para menos: Argentina ocupa el 7§ lugar en el mundo, entre los consumidores de vino. Con más de 29 litros anuales por persona, ocupa también el 5§ lugar a nivel mundial en la elaboración de vinos, detrás de Italia, Francia, España y Estados Unidos y es el undécimo exportador en el mundo.

Es que se multiplican las experiencias alrededor del vino: escuelas de sommeliers, clubes de vino y wine tours entre los viñedos, etc, dan muestra del impacto positivo en la industria local del vino como bebida nacional, como fue nombrada este año.

Argentina cuenta con casi mil bodegas, entre bodegas boutique, medianas y grandes, que impulsan, a través de la producción local, etiquetas que se preparan para competir con los mejores vinos del mundo, además de abastecer a un mercado cada vez más exigente. Y el haber sido seleccionado como bebida nacional, otorga al vino y a su producción un papel destacado para la economía y producción en el país. Durante 2013 el Gobierno oficializó las leyes que declaran al vino argentino como "bebida nacional" y al mate como "infusión nacional", con el objetivo de impulsar su promoción e inserción de negocios en el mundo.

Entre las diferentes propuestas que ayudan a impulsar el crecimiento de la industria del vino, se destacan los clubes de vinos, que acercan selecciones exclusivas a socios de todo el país. Esta tendencia, que impulsa la producción local de bodegas grandes y pequeñas, ya cuenta con miles de socios en todo el país. También la tecnología, que no sólo está aplicada a lograr una mayor profesionalización en la industria, sino que se encuentra en la forma de adquirir y “relacionarse” con el vino. Si bien los amantes del vino buscan ver la botella, leer su etiqueta y corroborar la cosecha de la selección que desean comprar, con los cambios en los estilos de vida, confían también en otras formas para adquirir estos productos, como es el caso de las compras online a través de los clubes de vinos.

En medio de esto, pregunté a un par de amigos sommeliers acerca de los términos que podría yo, un gustador, utilizar en una cata. Y entre los más usados y los más intuitivos están los que hacen referencia al aspecto del vino, al aroma, al sabor y a la permanencia en boca. Veamos: el aspecto: cristalino, límpido, turbio. En cuanto al color: vivo, nítido, brillante, mate, apagado, velado. Cuando se trata de un vino blanco: amarillo verdoso, amarillo canario, amarillo limón, pajizo, dorado, oro, oro viejo, ambarino. En un tinto: rojo rubí, rojo cereza, violeta, granate, púrpura, rojo teja. En el aroma: floral, vegetal, afrutado, especiado, balsámico, a madera. Y su intensidad: nula, franca, corto, intenso. En cuanto al sabor: corto, ligero, media, desenvuelto, plena, profunda, fuerte. En la estructura: Equilibrado, armonioso, correcto. Si es dulce: abocado, pastoso, meloso, untuoso, grueso. Su acidez: verde, acidulado, agresivo, vivo, fresco, plano. La astringencia: astringente, tánico, áspero. El alcohol: suave, cálido, cabezón, alcohólico, quemazón. Y la permanencia en boca: muy corto, corto, largo, muy largo, persistente. En fin...

Aunque no llegamos a un cursillo sobre na cata, unas palabras simples para no quedar como ignorantes.

 

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