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Consejos que le pueden salvar la vida

Domingo, 17 de febrero de 2013 15:09
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Rubén Trigo es un hombre inquieto, curioso y le gusta estar aprendiendo algo todo el tiempo. El empresario de Tartagal ayuda en silencio. Gracias a él, miles de trabajadores regresan a sus casas y a sus familias todos los días. Es que las cosas que vende y que enseña salvan vidas. Es especialista en mantener seguro al hombre dentro de su ambiente laboral. Su empresa, HyS Sodyc SA ya tiene cuatro sucursales en Salta y más de 20 años de experiencia en el cuidado de la seguridad y la higiene de industrias y comercios. Hoy es el mayor proveedor del rubro en todo el Norte argentino, líder en la venta de accesorios para el trabajador y la empresa y su trabajo lo posicionó como uno de los principales referentes a nivel nacional. Es experto en la diagramación e instalación de redes contra incendios, complejos sistemas automáticos de extinción de fuego. Para hay un tema que lo tiene apasionado y de capacitación en capacitación desde 1970: la seguridad vial.

“En nuestra forma de manejar somos subdesarrollados. En la medida en que no formemos a los ciudadanos, que no se imponga la idea de la responsabilidad y que no exista conciencia de que el conductor puede transformarse en homicida, viviremos en riesgo. Primero hay que educar seriamente y desde temprano, con constancia. Recién luego se puede exigir el cumplimiento de las normas, que tiene que imponerse con firmeza y con todo el peso de la ley”, analiza, antes de poner su atención en sabrosos detalles que algún día nos pueden salvar la vida.

“Hay centros comerciales que son una verdadera bomba de tiempo, lo mismo que las grandes ferias populares, donde un incendio sería casi imposible de controlar, como ocurrió en Bolivia años atrás.

No hace falta andar mucho para darse cuenta. Instalar esa cultura en algunos rubros es muy difícil, pero todos los comerciantes deberían preocuparse un poco más. Aunque lo más importante es que la sociedad en su conjunto tome conciencia de que estas medidas son las que algún día le pueden salvar la vida a un ser querido.

También nos falta conciencia del peligro que implica trabajar sin los elementos de seguridad y por eso, lamentablemente, hay gente que muere, cuando se podría haber evitado. Lo mismo que las lesiones. Hay botas reforzadas de $600 y otras de $150 y muchos se llevan la más barata. Pero cuando a un operario le aplasta el pie una tonelada de concreto, se arrepienten”, dice.

Técnico superior en seguridad con una maestría en seguridad e higiene y uno de los principales referentes en su sector, Trigo asegura que en lo que más se siente un experto es en un tema que hoy se lleva la vida de miles de argentinos por año y que parece descontrolado: la seguridad vial.

Su primer curso lo tomó en 1970 y hoy tiene más de 2.500 horas de capacitación, después de pasar por algunos de los centros de formación más reconocidos de Estados Unidos y Europa.

¿Qué medidas podrían salvar más vidas en las rutas argentinas?

Las conclusiones son fuertes si uno compara lo que pasa en otras ciudades del mundo. Tuve la suerte de manejar en muchos países donde los conductores tienen un comportamiento totalmente distinto al nuestro y en donde se pierden menos vidas. Nuestra realidad es muy lamentable y no se ven políticas para modificarla. Vemos campañas de prevención, pero no se continúan en el tiempo aunque deberían ser permanentes. Vemos que Gendarmería Nacional tiene un escuadrón para controlar la seguridad vial y que lo mismo hizo el Gobierno Nacional instalando cuadrillas, puestos y vehículos. Sin embargo no están, en las rutas no se los ve. Como conductor responsable muchas veces me siento solo.

Hace poco, en la ruta nacional 34 a la altura de San Pedro de Jujuy, había una neblina muy densa, donde no se podía ver ni un metro para adelante, pero no había ni un solo agente de tránsito. A los pocos kilómetros les pregunto a los de un puesto de seguridad por qué no salían a recorrer, ya que había un problema grande. Me contestaron que no eran los encargados de controlar el tránsito. Es decir, el problema es que no están en el lugar y en el momento en que se los necesita y esa es una cuestión más básica.

Según las estadísticas, en 2013 murieron 36 personas en accidentes en la provincia de Salta. ¿Cómo se ataca el problema?

La educación es fundamental, lo primordial. Es algo que se tendría que empezar a enseñar desde la primaria. No vamos a solucionar el problema ya, pero podemos hacerlo en el mediano y largo plazo si existe voluntad política. Lo mismo nos pasa con el cuidado del medio ambiente. Si no arrancamos desde la niñez, educando primero a los docentes, van a seguir pasando décadas sin solucionar nada.

Después de educar podemos aplicar correctamente la normativa, los sistemas de señalización adecuada y la confección con criterio de los caminos. Luego de todo esto se pueden establecer los controles, que en muchas partes del mundo lo hacen de manera muy aplicada, mientras que nosotros fallamos.

¿Por ejemplo?

En México usan pocos semáforos, pero en cada esquina hay un cartel que de un lado dice “Pare” y en la esquina contraria dice “Siga”. A nadie se le ocurre avanzar cuando hay un cartel que dice “Pare” porque tiene un policía a la par y de seguro que lo va a detener. Por eso nadie cruza. El conductor sabe que se compra un problema gravísimo. Es decir, hay una ley y la hacen cumplir a cualquier precio. 

Viviendo en Tartagal conoce de memoria la ruta nacional 34. ¿Qué opinión le merece esa vía que es tan importante para la producción y el desarrollo de Salta?

Es muy angosta para el tráfico que tiene y sin lugar a dudas se necesita doble vía en varios tramos. Por lo menos, la doble vía tiene que llegar de Pichanal hasta Salta, porque hay sectores de gran peligrosidad. Es algo que no se puede hacer de un día para el otro pero hay que hacerlo. El control se tiene que ver, sino nadie va a levantar el pie del acelerador. Los vehículos de hoy están preparados para andar a más de 160 km/h, pero en esa ruta ir a esa velocidad es criminal. Ante el menor imprevisto se pierde el control del auto y no hay margen de maniobra.

¿Cuáles son los tramos más peligrosos?

Lo más peligroso siempre va a ser lo que esté delante de tus ojos. Curiosamente, es común escuchar que son peligrosos los pasos con curvas cerradas, pero hay estadísticas que muestran que hay más accidentes en lugares con rectas prolongadas, donde la gente se confía, mientras que en las curvas toman más precauciones.

El problema es la velocidad y la falta de controles. Algunos piensan que tienen el control viajando a 170, pero si pisan la banquina es muy probable que no tengan tiempo para reaccionar y corregir el auto que sale disparado hacia la cinta asfáltica en diagonal o dando trompos.

Cuando se pierde el control, las posibilidades de muerte son muy grandes, porque la gente no está preparada para reaccionar en solo segundos ante esos casos tan extremos.

Desde 2002 a esta parte todos los años aumentó la venta de autos, menos en 2009. Se pasó de 100 mil unidades a 857.983 en 2011 ¿Cómo se capacitaron esos millones de conductores nuevos?

Hoy cualquiera tiene acceso a un auto y mucho más a una moto. La mayoría de los que se compran por primera vez un auto aprendió a manejar cuando salió de la concesionaria. En la vía pública, encontramos conductores que no son aptos para manejar por sus problemas físicos o mentales; gente que ve mal, no escucha, o que tiene limitada su movilidad. Eso es un peligro latente que no se controla, como las tantas personas que manejan sin haber sido capacitadas. Pero alguien le entrega un carnet.

Lo mismo pasa con las motos, que se expandieron masivamente

El motociclista siente que siempre va a dominar su moto. En un punto tiene razón, ya que tiene un sistema de frenos más eficaz que los de muchos autos, con freno de disco en las dos ruedas y poco peso, lo que le permite frenar. Pero en dos ruedas es muy fácil perder el equilibrio y al caer, nuestra cabeza pega un latigazo con el pavimento. Si el piloto no usa casco corre un riesgo enorme de muerte, tan grande que no se toma conciencia de la verdadera peligrosidad.

¿Qué imprudencias percibe en nuestros conductores?

Miles. Muchos manejan en ojotas, alpargatas o tacos altos y nunca nadie les dijo que eso les puede costar la vida, porque se puede resbalar o porque puede obstruir los pedales. Lo mismo con el teléfono, aunque sea manos libres y ni hablar de las pantallas que pasan películas. Las embarazadas no tienen que manejar. El primero que muere es el bebé, que choca contra el volante. Son cosas que no se deberían permitir, como fumar mientras se maneja, porque un conductor necesita siempre sus dos manos y no debe tener otra responsabilidad más que la conducción. Quién está al volante necesita una concentración absoluta en lo que hace, la atención no se puede perder, porque así se pierden las vidas. No se puede ir retando a los chicos que van en el asiento de atrás. Los acompañantes pueden poner nervioso a un conductor y es justamente lo que no tienen que hacer; ellos tienen que acompañar. Mi madre se sentaba adelante porque sentía que me tenía despierto durante el viaje, pero me volvía loco con todo lo que hablaba. El conductor necesita serenidad. La ira y el enojo son factores que nos pueden hacer perder el control del vehículo por milésimas de segundos que es lo que se necesita para matarse.

¿Se maneja rápido?

Estamos acostumbrados a entender la velocidad en kilómetros por hora, pero si lo pasamos a metros por segundo podríamos ver el riesgo que corremos. A 120 km/h avanzamos a 35 metros por segundo. Los autos que vienen de frente de noche producen un deslumbramiento en el conductor. Las pupilas reaccionan y se contraen para acomodarse a la luz, lo que puede generar una ceguera parcial que dura entre cuatro y siete segundos. En un conductor que se mueve a 35 metros por segundo reaccionar puede ser imposible. Las estadísticas de muertes en las rutas no son del todo precisas, porque muchos mueren días o semanas después del accidente en un cuarto de hospital por las heridas que recibieron y no figuran en ningún lado.

¿Y los camiones?

Era común decir que los camioneros eran los que mejor conducían. No presten atención a eso. Si el camión me pone el guiño para que lo pase, yo recomiendo fuertemente no hacerle caso. Antes de un sobrepaso en ruta hay que preguntarse primero si es legal y después si es seguro. No podemos pasar si no podemos ver lo qué viene de frente. Además ponemos nuestra vida en manos de un desconocido, que no sabemos su viene mal dormido o borracho. Investigué más de 1200 casos y muchos accidentes suceden después de que el camión pone guiño hacia la izquierda y cuando lo están pasando termina girando hacia ese lado como venía anunciando. La señal es solo para doblar. Tampoco se entiende por qué permiten que los camiones anden con cientos de luces adicionales que confunden. Eso está prohibido.

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