¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
16°
18 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Artesanos, los olvidados de la guerra de la Independencia

Martes, 19 de febrero de 2013 22:09
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Durante la guerra y en ambos bandos hubo una importante carestía de armas de fuego y de pólvora y, si bien las piezas de artillerías de los patriotas llegaban desde Buenos Aires y la pólvora de Córdoba, hubo necesidad de organizar maestranzas locales, como las de Tucumán y Jujuy, con el fin de fabricar y reparar el equipamiento necesario, desde cañones, sables y lanzas, hasta cuchillos y machetes.

La maestranza era un establecimiento de grandes dimensiones, en ella se concentraba gran cantidad de mano de obra, tanto especializada, proveniente de los gremios artesanales, como no calificada. Allí se fabricaba y reparaba gran diversidad de bienes destinados al equipamiento de las tropas; desde el armamento de guerra a las monturas, caronas, estribos y riendas. El trabajo se organizaba jerárquicamente continuando con las antiguas formas corporativas de los gremios artesanales: maestros, oficiales y aprendices. Mayormente estuvieron dirigidas por maestros armeros y herreros que migraron desde otras localidades, particularmente de la maestranza organizada por Belgrano en Tucumán. Bajo sus órdenes trabajaban oficiales, aprendices y la mano de obra no calificada local, encargada de los pasos productivos más rudimentarios.

Otra de las necesidades que debieron afrontar los ejércitos fue la carestía de vestimenta adecuada de los soldados, quienes en más de una oportunidad vestían “a lo paisano”. Es por ello que se contrataron a varios sastres y numerosas mujeres costureras. El trabajo de los sastres, también pautado según la organización gremial, gozaba de mayor consideración pues a ellos se les encargaba la confección de uniformes para los oficiales de alto rango. En el pago por su trabajo se tenía en cuenta la calidad del material empleado y del maestro contratado.

El trabajo de las costureras, de carácter doméstico, estaba destinado a la fabricación y reparación de las prendas de los soldados, y sus remuneraciones estaban en relación con la cantidad de las ropas confeccionadas. El ejército también empleó el trabajo de sombrereros y zapateros.

La maestranza fue una experiencia surgida de la necesidad de la guerra y duró mientras esta estuvo vigente. El conglomerado de gente que trabajaba en su seno comprendía a hombres y mujeres de todos los sectores étnicos: esclavos, y libertos pertenecientes a las castas, distribuidas entre negros, pardos, morenos, mulatos e indígenas, mestizos y españoles.

Si bien la experiencia de la guerra delineó una dinámica económica un tanto diferente en los escenarios de batalla, las pautas de trabajo que allí se forjaron permiten escudriñar las relaciones laborales de antigua raigambre, vigentes en el período.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD