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El traspié argentino en las islas Malvinas

Lunes, 11 de marzo de 2013 23:34
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La disputa entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas ha vuelto a caldearse, y los acontecimientos apuntan a un nuevo revés para la diplomacia argentina en su legítimo reclamo sobre las islas del Atlántico Sur.

Cuando muchos de ustedes lean estas líneas, los 3.200 habitantes de las Malvinas, ocupadas por los británicos, habrán llevado a cabo un referéndum para decidir si quieren seguir siendo un territorio británico de ultramar con un gobierno propio.Todo parece indicar que el referéndum confirmará el masivo apoyo a la continuidad del estatus británico de las islas, y que será una victoria propagandística para los isleños probritánicos.

Sesenta periodistas se registraron para cubrir el referéndum el 10 y 11 de marzo. Posteriormente, los miembros de la Asamblea Legislativa de las islas iniciarán una gira mundial para publicitar el resultado y para pregonar sus derechos bajo el principio de la autodeterminación de los pueblos.

Si bien los reclamos de Argentina sobre las islas son legítimos, la agresiva campaña internacional de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no ha hecho más que dañar el reclamo argentino.

Con su exigencia de negociar bilateralmente con Gran Bretaña sin participación de los isleños, su retórica hostil contra los habitantes de las islas, su prohibición de que buques con bandera de las islas amarren en puertos argentinos y su amenaza de acciones legales contra empresas que busquen petróleo en la zona, Argentina ha empujado a los isleños a celebrar este referéndum, y llevar sus resultados a foros internacionales.

Aunque no tan grave como la desastrosa invasión a las islas realizada por la dictadura militar argentina en 1982, la ofensiva del actual Gobierno argentino podría servir como un ejemplo modelo de incompetencia diplomática, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña ya lo está explotando a su favor. En una entrevista realizada la semana pasada, la directora para asuntos latinoamericanos de la cancillería británica, Kate Smith, me dijo que “lo que en realidad impulsó al Gobierno de las islas a llevar a cabo el referéndum fue su preocupación de que el Gobierno argentino estaba incrementando su retórica de una forma que descartaba el punto de vista de los isleños”.

Smith agregó que “celebrar un referéndum que demuestre real y oficialmente su punto de vista ampliará y fortalecerá la posición de los isleños”. “Hubo un momento, hace unos años, cuando tuvimos discusiones constructivas (con Argentina) sobre temas como la pesca, las comunicaciones y hasta los hidrocarburos, pero ese período lamentablemente ya terminó”, me dijo Smith. “Con este Gobierno argentino, no hemos encontrado este tipo de cooperación en absoluto”.

El senador oficialista Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, me dijo que el referéndum “no tiene ninguna importancia”, porque -a diferencia del de Timor Oriental y otros- no ha sido conducido por las Naciones Unidas. Filmus dijo que los isleños no tienen lugar en la mesa de negociaciones “porque son británicos”.

Mi opinión: los derechos de Argentina sobre las islas son legítimos, porque -tal como escribió en 1927 el experto en derecho internacional de la Universidad de Columbia, Julius Goebel, en su libro “La lucha por las Falklands”- Francia transfirió la soberanía de las islas a la corona española en 1767, y cuando Argentina se independizó de España en 1816, heredó legalmente las exposesiones españolas en su territorio. Eso significa que cuando los británicos ocuparon las islas en 1833 y las llamaron Falklands, ocuparon un territorio argentino y lo poblaron con colonos británicos.

Pero la acalorada retórica de Fernández de Kirchner, así como la hostilidad de su gobierno hacia los isleños, sirve más para ganar el aplauso fácil en Argentina que para ayudar al país a recuperar las islas. Si Argentina realmente quiere reafirmar su legítimo derecho sobre las islas, debería seducir a los isleños, en vez de acosarlos. Está claro que ganarse a los isleños con intercambios económicos y culturales podría tardar generaciones. Pero con su sobreactuación y soberbia, el Gobierno argentino ha provocado un referéndum que les dará a los británicos y a los isleños un argumento más para oponerse a un cambio en el estatus legal de las islas.

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