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El 18A, una esperanza de cambio

Lunes, 22 de abril de 2013 21:12
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El 18A merece, según la óptica, lecturas distintas y enriquecedoras.  Aunque no inédito, su génesis es, como fenómeno socio-político, novísima. La sociedad que lo genera está tomando conciencia de su alcance e intuyendo su potencialidad.
Las reivindicaciones comunes generan conjuntos que, al compartir individuos, van solapándose unos con otros, hasta componer esa gran marea humana que lo anima.
No se individualiza un líder, la única consigna es salir y caminar en una especie de silencio cívico, que solo interrumpen carteles, dominados por el anonimato y la espontaneidad, cuya impronta dibuja el mosaico de demandas movilizadoras.
Hay quienes leen, en su afán por desviar la atención de su enorme amenaza, una catarsis social; algo de eso hay, pero no es todo y es cada vez menos.
Las dirigencias tradicionales han perdido la iniciativa frente al enorme fenómeno de masa, con el que no saben cómo ni con quién tratar, precisamente, esa es una característica muy especial del cuerpo, no tiene oídos y no tiene voz, sus códigos están en gestación.
Desde la inseguridad, temor e intemperancia creciente de nuestra sociedad, es una ingenuidad suponer que la paciencia del gigante durará eternamente, más bien, la falta de respuesta hace presumir su agotamiento.
Por ello, desde la tercera movilización, pretender evaluaciones de número, potencia y seguir ninguneándolas con ausencias y catarata de twitters ajenos al suceso, resulta a todas luces una imprudencia política de quienes detentan hoy el poder.
Confiar en el sueño del gigante servirá, como en los cuentos, a los que es tan afecto este gobierno, hasta que el gigante despierte y entonces, será tarde.
La inserción de la política, en un marco republicano, dentro de este fenómeno, es el gran desafío de los partidos cuyo devenir tradicional está agotado.
Tal vez nuevas concepciones sean capaces de interpretar y dar contención y representatividad a estas multitudinarias manifestaciones que hasta aquí no tienen dueño.
Las transformaciones, que los adelantos comunicacionales generan a todo ritmo, nos obligan necesariamente a cambios de códigos, aggiornamiento de valores y renovación de dirigencias.
El futuro está a la vuelta de la esquina, el cambio ya está aquí.

Metán

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