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Recorriendo el norte argentino, con motivo de las fiestas de Semana Santa, pude leer en el diario El Tribuno, en un hermoso suplemento turístico, un articulo sobre el Hotel Termas de Rosario de la Frontera, subrayando las virtudes de sus aguas termales que son únicas en el mundo, pero en la misma edición y en las cartas de los lectores había una que destacaba la malísima administración de dicho hotel. Eso me recordó una mala experiencia que tuve el año pasado, cuando por sugerencia de mi médico quise visitar las aguas termales de Rosario de la Frontera por una pequeña dolencia. Mandé varios mail consultando las posibilidades de realizar un tratamiento y fui pasando de la encargada de Reservas al enfermero, de este al secretario de Turismo y de ahí a la encargada del Area Termal, sin que nadie me pudiera dar una respuesta coherente sobre las posibilidades de aprovechar las aguas.
Las contestaciones recibidas denotaban tal falta total de idoneidad en el personal que mi médico me sugirió que optara por las Termas de Río Hondo, donde recibí una atención esmerada que colmó todas mis expectativas. Es lamentable que una maravilla natural de la magnitud de las Termas de Rosario de la Frontera estén desperdiciadas por la incapacidad de gestión, siendo que podrían brindar bienestar y salud a muchas personas.
Mónica Speranza
Chivilcoy, Buenos Aires