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Sobre el carácter del papa Francisco, María comenta muy segura: “El es muy bueno, va a hacer obras. Le gusta mucho andar con los pobres, en las villas. El camina, no va en coche, predica con el ejemplo. Va a ser el Papa de los pobres, porque lucha mucho por ellos”, concluye.
Ya se escuchan las campanas que marcan el inicio de la misa y el fin de la conversación.
Todos entran el templo y observan, orgullosos, la foto del papa Francisco sobre el altar.
La observan con el respeto de quien contempla a la máxima autoridad de la Iglesia sí, pero sobre todo la observan con la alegría de los momentos compartidos, con la emoción que genera saber que alguien cercano y sencillo comanda la Iglesia.
Y, seguramente, con la esperanza de que el Papa vuelva algún día a la villa, a compartir un locro, a tomar unos mates.
Y allí estará María, para cebar unos amargos con la pava lista en la cocina de la capilla.