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El maltrato infantil está de moda y lo ejecuta la persona menos pensada. Hace unos días presencié un hecho desagradable en la esquina de 25 de Mayo y Santiago. Se detuvo en el semáforo un transporte escolar color naranja, N§ 187. Llamó mi atención el alto volumen musical dentro del vehículo. Transportaba niñitos de corta edad. El chofer, un individuo joven, morocho, delgado de cabellos enrulados, no escuchaba mi reclamo de que bajara el volumen que estaba aturdiendo a los pequeños. Su reacción fue deplorable y hasta delictiva. Aumentó la música, levantó el vidrio polarizado y arrancó. Los padres deben prestar atención a quiénes entregan a sus niños, en todos los ámbitos. Deben proporcionarle la máxima tranquilidad, porque ya no vemos niños felices. Solo hay llantos y tristezas inexplicables.
Sarah Baxtell
Tucumán