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Para evaluar si la gestión de un gobierno es buena o es mala, no hay mejor forma de hacerlo que analizando la moralidad de sus actos y la de sus gobernados. No sirve para nada hacerlo como lo hace nuestra Presidenta y su periodismo aliado, comparándolo con otros de décadas pasadas. Esa es una picardía que solamente a ellos les conviene. Para el pueblo, la forma correcta de analizar la gestión de su gobierno, es comparando cómo hace las cosas y cómo debería hacerlas ahora -en el tiempo presente-, a la luz de la Constitución Nacional. Y a la hora de votar, el pueblo tiene que saber discernir qué es lo que le conviene a largo plazo, no en lo inmediato, recordando siempre que es un ser trascendente, dueño y señor de una dignidad especial heredada del cielo. El hombre actual que modelaron los Kirchner, vive en una burbuja.
Si es rico, vive preso de su afán y sus deseos. Y si es pobre, de sus necesidades. Si es rico, no se detiene a pensar si su riqueza tiene una procedencia justa, sólo le interesa disfrutar de la misma, en muchos casos, aislándose y acopiando su fortuna de manera desmedida. Y el pobre, en tanto, ignorante de los derechos que le otorga la referida dignidad, se contenta solamente con pasar el día.
A todo esto, algunas de las preguntas que deberíamos hacernos los argentinos, son: ¿cuál es la sociedad que estamos construyendo? ¿Cuál es el futuro que nos espera si continuamos por la senda del egoísmo, de la división social y del desinterés por el desarrollo de nuestra nación? En el logro de una mayor igualdad social, de una mejor calidad de vida (común a todos) y, en síntesis, del ejercicio de una justicia más parecida a la de Dios que a la de los hombres, quizás encontremos la señal que nos indique el camino mejor a seguir.
Daniel E. Chávez
San Miguel de Tucumán