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Hace unos días escribí una nota sobre la plaza Belgrano y algunas situaciones un poco exóticas. Aludía a la presencia de un señor que está viviendo en la zona por problemas en su vivienda, y apelaba a que se lo ayudara. No pasó nada; su situación no cambió. Tampoco los otros escenarios a los que hacía referencia en mi carta, salvo algún adelanto en la obra de Belgrano y Pje. Castro. Lo de las parejas, cada vez peor!; y nadie hace ni dice nada!
El hombre al que me refiero ama los perros, tanto que los callejeros que andan desde hace tiempo por esta zona se le arrimaron y, como él sabe manejarlos, no molestan ni a la gente ni a los otros perros.
Estos animales no son los únicos que pasan por la plaza; también hay otros abandonaditos que, a veces, hacen pozos en canteros, jugando, buscando algo.
El señor de la plaza tenía una hermosa pareja de perritos policías cachorritos, muy simpáticos. No se sabe por qué razón misteriosa, el martes 30 de abril desaparecieron de la plaza a media mañana.
Si su presencia molestaba, ¿no era mejor buscar otra manera de “correrlos”? Cuántos chicos, antes de ir a la escuela, pasaban por este espacio público, jugaban un rato con los animalitos y luego seguían contentos a su tarea! Cuántos transeúntes han disfrutado al ver estos “bichitos” saltando, traveseando, a pesar de tener que estar ataditos a un árbol! Y hasta los filmaron y fotografiaron!
¿No parece cruel hacer desaparecer tan misteriosamente los perritos, alejándolos de su dueño, y a él de sus cachorros? ¿Alguien pensó en el afecto que los canes dan a una persona que los quiere, cuando ella está en una situación difícil?
A través de estas líneas apelo a la sensibilidad de quien “sacó” la parejita canina, que la devuelva a su dueño y, en todo caso, se vea cómo se puede ayudar a este señor para que pueda volver a su hogar.
María de las Mercedes Pagano, Ciudad