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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El mundo los aplaudió de pie

Sabado, 08 de junio de 2013 20:39
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Transcurría el año 1953 cuando surgieron Los Fronterizos. Eran tiempos de los Dávalos, Julio Díaz Villalba, Guillermo “Ucururo” Villegas, “Pajarito” Velarde, el “Poncho” Marrupe, Eduardo Falú, Cesar Perdiguero y Gustavo Leguizamón. También de Los Chalchaleros, con Ernesto Cabeza en lugar de José Antonio Saravia Toledo; de los primeros pasos del “Chañarcito”, de Marcos Thames.

Los Fronterizos nacieron en este ambiente, cuando Salta comenzaba a tapar sus tradicionales tagaretes de las avenidas Entre Ríos y la Virrey Toledo (hoy Bicentenario de la Batalla de Salta), y cuando los “turcos” salteños erigían el templo ortodoxo de San Jorge, en la Pellegrini al 200.

Fue el año que Atahualpa Yupanqui, a sala llena, dio un concierto en el Teatro Victoria nada menos que en homenaje a don Artidorio Cresceri, creador de la emblemática zamba salteña “La López Pereyra”.

Por aquel entonces, “El Círculo” organizaba anualmente varios certámenes poéticos de gran nivel y el Coro Polifónico de Salta hacía presentaciones de gala en cualquier lugar de la provincia. Nacieron cuando las cajas y las coplas aún vibraban para el carnaval en las puertas de la ciudad.

Las juntadas

Y así fue que por aquellos días, tres changos, desde siempre amigos entrañables, se juntaron para cantar y con la única ambición de galantear a las mozas en alguna serenata trasnochada de la Salta de los "50. Ninguno de los tres se imaginó que de la música se podía vivir.

El “Negro” Gerardo López, el “Gallego” Emilio Solá y el “Burrito” Carlos Barbarán nunca pretendieron más que desandar años juveniles de la mejor manera que conocían, cantando.

Un día, César Perdiguero, para presentarlos en sociedad, les preguntó como se llamaban y López le respondió: Fronterizos. Este era el nombre que antaño se les daba a los gauchos de los fortines en la frontera este de Salta y que el Negro admiraba.

Los primeros cambios

El servicio militar alejó al Gallego del trío y de las serenatas y arrimó al quijaneño “Cacho” Valdéz.

Por aquel entonces también hacía sus primeros pasos el conjunto “Los Coyuyos” y quiso el destino, a instancia de una tía del Burrito, doña María Angélica Córdoba de Díaz, que se juntaran para conformar un grupo con más pretensiones musicales. Cada uno aportó dos integrantes: el primero sumó a Barbarán y López y el último a Eduardo Madeo y Juan Carlos Moreno. La vocalización empezó a definir el perfil característico del grupo.

Al amparo de la corriente musical que imponía lo nacional, el cuarteto grabó los primeros discos simples de su trayectoria. A la interpretación del cancionero salteño, López y Barbarán aportaron de su autoría zambas como La esperanzada, Cazador de Guanacos, Indio muerto, entre otras.

Con un concurso musical ganado, difusión en la radio y con un horizonte promisorio, Barbarán decidió volver a Salta y continuar los estudios abandonados.

Fue entonces que el grupo sumó, en esta oportunidad, a César Isella que ya mostraba, junto a Los Sin Nombre, una veta musical interesante y vanguardista para la época (1956). Los otros integrantes de aquella agrupación, Tutú Campos, Javier Pantaleón y Luis Menú también dieron pie a consagradas formaciones como fueron la de Los Cantores del Alba y Los de Salta.

Los Fronterizos lograron con esta última incorporación la consolidación definitiva. López e Isella hacían las dos voces barítonas, primera y segunda, mientras que Madeo y Moreno, la aguda y el bajo. Esta conformación duró 10 años y llevó la música salteña a todos los rincones de Argentina.

Fue memorable la actuación en el Vaticano interpretando La Misa Criolla, con Eduardo Falú, en presencia del papa Pablo VI.

Al exterior

Más tarde, en 1957, junto a la compañía del pianista Ariel Ramírez, hicieron la primera gira por Europa, Japón y Estados Unidos. Después llegaron los espectáculos y discos, primero “Coronación del folklore”, y luego, la “Misa Criolla” y a partir de entonces, el mundo les empezó a quedar chico.

Fue memorable la actuación en el Vaticano interpretando La Misa Criolla, con Eduardo Falú, en presencia del papa Pablo VI.

Ramírez vio desde siempre en el grupo un gran futuro. Eran todos muy jóvenes, de hecho Isella cumplió los 18 años cuando estaban en Polonia.

Europa y América los aplaudieron de pie. La Sala de Conciertos del Casino de Schevenigen (Holanda); el Teatro Rheinalle de Dusseldorf (Alemania); el Hollywood Bowl y el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles; el Opera House, de San Francisco; el Tabernáculo Mormón de Salt Lake City; el Carnegie Hall; el Town Hall Center de Nueva York; el Lisner Auditorium de Washington y el Santa Mónica Civit Auditorium, de Los Angeles entre otros, fueron algunos de los escenarios donde la música salteña estuvo presente.

El ciclo “Sábados Circulares”, conducido por Pipo Mancera, hizo la primera transmisión vía satélite para Argentina, cuando Los Fronterizos se presentaron en L'Enfant Theatre, de Washington, en un acontecimiento histórico para la televisión de nuestro país.

Eran tiempos en que Los Fronterizos pisaban un escenario que quizás, la noche anterior habían estado Frank Sinatra y a la siguiente lo haría Judy Garland. Bien salteños, con ponchos y trajes de gaucho se dieron el gusto de compartir escenarios con cantores de la talla de Charles Aznavour y Catherine Valente.

En 1966 Isella decide retirarse para ser parte del movimiento Nuevo Cancionero y es reemplazado por Eduardo Quesada.

Nueva etapa

El conjunto retoma el derrotero de éxitos. El 11 enero de 1966, Yayo Quesada debutaba en el Teatro Griego de Córdoba. Quedaba atrás así la época de las mejores grabaciones fronterizas, pero comenzaba el despegue internacional definitivo.

Lo que vino luego ya es conocido. Tantos años de actuaciones, viajes y demás, comenzaron a minar las relaciones entre los cuatro amigos. La imposibilidad de llegar a un acuerdo ante la decisión de grabar una nueva versión de la Misa Criolla, marcó el alejamiento definitivo de Eduardo Madeo en julio de 1977.

El cordobés Omar Jara ocupó su lugar, pero la historia del conjunto ya estaba escrita. Un año más tarde y luego de una disputa judicial entre Moreno y López, Los Fronterizos se separaron. Nuevas formaciones continuaron defendiendo el nombre, pero ya nada fue igual. Los Fronterizos habían pasado, a partir de entonces, a la rica historia cultural nacional.

Para alcanzar la altura de estos gigantes no se necesitan placas de bronce ni tenerlos presente en bullangueros festivales. Quizá sea necesario un homenaje respetuoso, en alguna esquina o en una calle cualquiera de la ciudad, y que alguien recuerde que a estos salteños, el mundo los aplaudió de pie.

Años muy especiales para la música argentina

A fines de 1949, con un escenario político favorable, se reglamentó a través del decreto 33.711 la obligatoriedad de difundir “música nacional” en la misma proporción que la música extranjera. Varios factores sociales y culturales determinaron que lo nacional quedara íntimamente relacionado con la llamada música folclórica y en particular con la del noroeste argentino. Esta circunstancia favoreció un tiempo propicio y fértil para la creación musical y poética en todo el país y Salta supo capitalizar aquel momento.

Salta en la escena nacional

El sentimiento de “argentinidad” que ya se había manifestado como un sello determinante en las primeros años del siglo tomó una dimensión especial con la aparición de la radio y la difusión de “lo nuestro”, un imperativo de aquel momento.

En este contexto, Salta ofrecía al país una expresión cultural única, producto de la sumatoria de costumbres y tradiciones populares arraigadas con fuerza en la sociedad. Fue entonces cuando esta simiente germinó en poesía y canto.
 

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