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Las termas rosarinas bien pueden ser consideradas auténticas pioneras en materia turística en nuestra provincia, por cuanto esta actividad, cuando todavía no era practicada como tal ya constituía una atracción mundial por la fama curativa de sus aguas. Sin embargo, el antiguo hotel parece estar signado a ser la antítesis de esa fama, ya que el pabellón de baños se encuentra clausurado, privándose al público de ese verdadero santuario de la salud.
Un cartel colgado en la puerta de acceso da cuenta de su clausura por refacción, medida esta que habla a las claras de la desacertada administración del hotel, que ha tomado esa decisión nada menos que en plena temporada invernal, cuando por tradición es la época de mayor concurrencia turística.
Una vez más, los rosarinos somos testigos y víctimas de las consecuencias nefastas de las gestiones de administradores ajenos al interés de promocionar una de las siete maravillas naturales de Salta.
Clotilde Fradejas
Rosario de la Frontera