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Pegados a las pantallas

Sabado, 10 de agosto de 2013 02:26
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Es sábado por la tarde. El sol invita a salir a jugar. Pedro tenía reservado con gran expectativa este día, para invitar a su casa a su amigo Luis. Pasada la emoción del encuentro y de un intento fallido de carrera con pistas de autos, ambos lanzan la pregunta: ¿podemos jugar con la computadora?

La madre hace un pequeño esfuerzo por sostener una propuesta alternativa, pero los chicos, a fuerza de insistencia, logran su objetivo, y de esa manera, transcurren la tarde jugando a los videojuegos.

Sé que muchos pueden sentirse identificados con el referido caso. Hablemos entonces, de la adicción a las nuevas tecnologías.

Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud señala que casi un tercio de los niños del mundo son sedentarios. Esto se debe en gran parte, a que los niños y adolescentes dedican cada vez más horas a las pantallas (tablets, computadoras, celulares, televisión) y menos, a las actividades al aire libre.

Si los referidos productos se utilizan de manera medida, pueden ser un complemento de recreación.

El problema surge cuando el uso es excesivo y se genera una dependencia.

Como padres, debemos saber que esa adicción presenta síntomas psicológicos similares a los que sufren los alcohólicos y drogadictos, como dificultad para conciliar el sueño por la sobreactivación del cerebro o por el síndrome de abstinencia. También pueden surgir sentimientos de ira, ansiedad e irritabilidad.

Una de las consecuencias de la adicción a las pantallas, es que ésta comienza a interferir en sus tareas vitales: el niño se relaciona menos con sus amigos, flojea en los estudios y tiene menos interés en participar de la vida familiar.

Es notable también la pérdida de noción del tiempo: lo que en principio les significaba estar un rato a solas, lleva luego mucho más tiempo y, como consecuencia, se desatienden otras realidades.

¿Quiénes tienen mayores posibilidades de convertirse en adictos a las nuevas tecnologías?

Principalmente, aquéllos que les cuesta comunicarse, se aíslan y utilizan las pantallas como refugio.

¿Qué podemos hacer los padres? En primer lugar, controlar los tiempos de utilización de las tecnologías y fomentar otras actividades.

Implica mayor esfuerzo, pues debemos usar la imaginación y hacer propuestas atractivas.

En segundo lugar, procurar que las pantallas estén en un lugar visible de la casa para que el chico no pase horas y horas jugando. Si es un lugar incómodo, mejor.

La realidad de las adicciones suele ocultarse.

Los padres se victimizan y a veces se quedan en la pregunta sobre qué es lo que han hecho mal.

En ese caso, al verse afectados por la situación, es recomendable que pidan ayuda profesional. Con una buena orientación, lograrán reconocer las herramientas con las que cuentan para salir adelante.

Por desgracia, el fenómeno de las mencionadas adicciones contribuye al aumento de la obesidad y a la aparición de enfermedades como diabetes y estrés a tempranas edades. Está en nuestras manos motivar a nuestros hijos para que realicen actividades físicas.

El doctor Milton Mazza, médico español, explica en un artículo publicado por la revista “Diabetes al Día” que “los estudiantes sanos y físicamente activos son más propensos a estar más motivados académicamente, ser atentos y exitosos. Además, la competencia física desarrolla la autoestima a cualquier edad”.

Es frecuente ver a algunos padres que permiten ciertos hábitos dañinos para sus hijos “porque todos lo hacen” y “no se los puede aislar del mundo”.

Por el contrario, creo que su tarea consiste en guiarlos, contenerlos y sostenerlos de manera progresiva, hasta que alcancen la madurez que les permita actuar con autonomía.

 

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